El bailarín en el viento

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Sobrevolando los cielos de Dubái, parado sobre su avión, Rashid meditaba sobre lo ocurrido hacía unos meses. Las Lunas Negras de Shadaloo habían sido detenidas y Bison fue frenado, al parecer, permanentemente, pero el costo había sido altísimo: una vida muy preciada para él había sido segada a pesar de sus esfuerzos por evitarlo. Saber que ya no vería nunca más a su amiga le dolía bastante, pero aun así se había propuesto seguir adelante; ella le había dicho en su mensaje póstumo que lo hiciera, dándole las gracias por todo al final, la primera vez que le agradecía por algo.

El recordar aquellas palabras hizo que Rashid sonriera. Era una sonrisa más bien triste, pero al menos le hizo darse cuenta de que su amiga sí lo apreciaba y confiaba en él.

«Su sacrificio no puede ser en vano. El mal sigue presente y no debo bajar la guardia».

Aprovechando que estaba sobre el avión y que soplaba una fuerte ventolera, Rashid decidió practicar un poco, saltando de un ala a otra y viendo nuevas maneras de generar sus tornados. Había momentos para bromear y para las tonterías, pero aquel no era uno de ellos; entrenarse era primordial para un luchador tan entusiasta como él.

En medio del vuelo, el peleador pudo distinguir el Burj Khalifa, elevándose imponente con sus 828 metros. Algo así era su meta: un mundo en el que el bien sobresaliera como aquel enorme edificio y el mal se viese como algo insignificante, minúsculo. No pudo resistirse y sacó su celular, tomándole un par de fotos. Luego se tomó una selfi con el cielo y la cola del avión de fondo.

Segundos después, Rashid posteó las imágenes en Twitter con el siguiente mensaje:

«Día de entrenamiento. A elevarse como el Burj Khalifa».

Los Me gusta no se hicieron esperar.

El bailarín en el vientoWhere stories live. Discover now