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Ambos se quedaron ahí. Ninguno de los dos quería irse, pero tampoco sabían qué decir. Sus labios se encontraban sellados, una sensación cómo si fuesen mudos invadía el interior de cada uno de ellos. Ella suspira profundo, cerrando sus ojos toma el control de sus emociones; o al menos intenta hacerlo y hoy por su suerte pudo hacerlo.

–Hola...– Ella le susurra.

–Hola...– Él le responde con una sonrisa de alivio, había un brillo en sus ojos, como si haya tenido un rayo pequeño de esperanza.

–Yó...– Él la silencia con un abrazo. Ella sorprendida le devuelve el abrazo con el mismo amor que siempre le tuvo. Ambos se quedaron así en silencio, el momento y los sentimientos consumiéndolos; haciéndoles olvidar el resto del mundo.

-Anne Rosario

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