Solo una cena más

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Capítulo 10
Una cena más

Existían seres peligrosos desde mucho antes de que ella formase parte de ese mundo oculto en sombras. Bestias que nadie imaginaba; que para muchos eran sólo mitos o falacias. Seres que se ocultaban en la oscuridad, otros que se movían entre los ingenuos humanos sin ser reconocidos. Ella se había sorprendido cuando supo sobre los vampiros, pero conocer que había mucho más fuera de eso le había confinado a una habitación por varios meses. Temor. Había experimentado el sentimiento en carne viva una y otra vez. Su corazón no podía acelerarse, ni el sudor podía perlar su piel, pero su mente seguía siendo susceptible y creativa. Infligir miedo y experimentarlo eran dos sensaciones completamente lejanas. Ambas muy conocidas por la mujer de cabello negro.

Estaba sentada en un bar en el pueblo donde para ese entonces la familia Luthor había decidió mudarse. El lugar era conocido por sus excelentes carreras de caballo y hermosos jinetes. Lena solo había observado arrogantes caballeros de largas cabelleras intentando cortejar ingenuas señoritas. Sus ojos se desplazaban por el área con disimulo; balanceando la copa de vino blanco en su mano derecha. La cantina tenía una decoración que le transportaba a esas películas de vaqueros y desiertos. La mayoría de la mueblería compuesta mayormente de madera. Estolas y sillas talladas con perfectos diseños.

Lilian le había enviado a encontrar comida. La mudanza significaba que el banco de sangre familiar menguaba y debía rellenarse. La ley entre los seres de las tinieblas les obligaba a no asesinar a los humanos bajo ninguna circunstancia; solo tomar la sangre necesaria y dejarles libres. Esto suponía un inconveniente; Lena debía beber lo suficiente para que sus víctimas perdiesen la consciencia, pero no para asesinarles. Una vez inconsciente eran movidos a la mansión donde Lex se encargaba de que permaneciesen dormidos hasta extraer varias bolsas de sangre antes de liberarlos.

La pelinegra suspiró bajando la mirada a la mesa. No veía ningún ser digno de su atención en ese lugar. Todos estaban ocupados en conversaciones. Luthor estaba segura de ser la única mujer sola en aquella taberna. Fingió dar un trago a su bebida, dejando la copa sobre la mesa con la intención de ponerse sobre sus pies y abandonar aquel lugar. Quizás en la calle tendría algo más de suerte. Estaba dejando caer el dinero sobre la superficie de madera cuando sus ojos se deslizaron hasta una mujer ubicada en el fondo del bar. Tenía el cabello castaño y ojos profundos. La mujer le miraba fijamente, no sintiéndose intimidada cuando la vampira elevó una de sus perfectas cejas.

La castaña curvó su boca en media sonrisa, burlona y tentadora. Luthor podía leer los ofrecimientos que aquel gesto le brindaba. Los bordes de su boca comenzaron a elevarse; una sonrisa, como una invitación al pecado, se formó en su boca. La desconocida no le sacaba la mirada de encima, levantó una de sus manos en señal de saludo. Lena pensó en la petición de su familia, hubo un tiempo en el cual se había negado a ayudarles. Seguía viajando con ellos porque la vida le había mostrado que sola era mucho más complicado vivir su eternidad. El hecho de que los humanos no fuesen a morir, era la única razón por la cual había decidido ayudar otra vez.

Lamiendo sus rojos labios con toda la sensualidad y calma que pudo, volvió a sujetar su copa y se dirigió en dirección a la castaña. La mujer le observaba acercarse sin desviar sus tentadores ojos. Era una de esas tentaciones que Luthor podría haber ignorado si el aroma de su sangre no la hubiese terminado de seducir. Era un aroma dulce y llamativo. Lo suficientemente delicioso para querer perder todo su ser en el cuerpo de la desconocida, pero no tan intenso como para sentirse obligada a enterrar en ella sus afilados colmillos.

-¿Puedo acompañarte?- preguntó al detenerse delante de la mesa. La castaña señaló la silla delante de ella invitándole a unírsele.

Instintos: BloodlustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora