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Clark

Siempre la traté mal y ella seguía ahí, a mi lado, aferrada a mi.

Un mal hombre que fui...

Eso me gustaba, me encantaba tenerla a mi merced. Pensé que por tratarla como mi esclava y golpearla se quedaría.

No fue así, acabó yendose de mi lado y llevándose una gran parte de mi.

Dejándome en un vacío.

El verdadero culpable aquí soy yo.

Recuerdo con claridad, a lujo de detalle el día que me pidió el divorcio, yo no supe como reaccionar sin ser un loco, no quería que se fuera de mi lado.

Enloquecí.

Ese día la rompí y lastimé más de lo que ya estaba ella por dentro, la golpee tanto que me dolió al igual que ella.

Luego de golpearla... la violé.

Lo peor que cometí fue eso. Me siento fatal por tan atroz barbaridad.

Como un neandertal que soy, pensé que por hacerle esto no se iría, que se quedaría amarrada a mi.

Incluso esperaba un hijo mio, y por idiota decidí darle confianza a Andrea para que estuviera con ella, al final Andrea terminó matando a mi hijo, y la poca felicidad que le quedaba a mi mujer.

Y todo por mi culpa...

Siempre que llego a casa tengo la ilusión de que ella esté ahí, cocinando para mi y me reciba con una cálida sonrisa.

Donde me haga sentir en casa.

O esperandome para reclamarme el porqué llegué tan tarde.

Cada noche duermo pensando en que ella está a mi lado abrazándome y acariciando mi cabello.

Pero no es así, por idiota la perdí.

Se fue lejos de mi.

(...)

—Jefe, le traigo los informes de la última reunión del mes, a la cual usted no asistió.

Martina, es mi nueva secretaria, tuve que contratarla gracias a lo que pasó con Andrea, quien está en la cárcel.

Debo alejar lo malo de mi, darme un pequeño espacio y descansar mi mente de lo pesado.

No respondo solo la observo ahí parada en la puerta.

Martina ronda los 45 años más o menos, es aplicada en su trabajo y no se anda con estupideces, la mayoría de veces viene un señor de 50 y tantos años a recogerla, el cual deduzco es su esposo.

Me recuerda un poco Eleanor, por su personalidad pacífica.

Todo lo toma con calma, casi nada la altera. Al menos en los pocos meses que llevo conociéndola no la he visto alterada ni un poquito.

—Señor Hanson, ¿está escuchándome?

—No, discúlpame.

Le respondo con sinceridad.

Esta no articula palabra alguna, solo sonríe amablemente y se acerca a mi escritorio.

—Aquí está el café que me pidió hace rato.

Me acerca el café y los papeles.

—Gracias, Martina.

Asiente con la cabeza sin borrar la sonrisa de su rostro, y justo cuando está apunto de retirarse la detengo.

—Martina.

—¿Si?

—¿Volverías a mi, si yo fuera tu esposo y te hiciera mucho daño?

—¿Podría ser más específico?

—Tengo un amigo —decido mentir —El cual siempre golpeaba a su esposa, por cualquier idiotez que no le pareciera bien a él, su esposa se terminó por ir de su lado y no ha vuelto —hago una pausa.

>>Él está devastado, arrepentido y la quiere de vuelta, ¿qué harías tu cómo mujer?

—La verdad, yo no volvería a ese lugar sabiendo lo que yo pasé y creo que me pasaría peor, hizo muy bien ella en irse lejos de él.

—En serio, él está arrepentido y la quiere de vuelta, haría lo que fuera por tenerla una vez más a su lado.

—Como dije antes, siendo yo ella no volvería nunca, ni muerta, es mejor estar alejada que cerca de él, podría hasta matarla —hace una breve pausa— Es lo mejor irse muy lejos, porqué el hombre que golpea a su mujer no merece la vida, yo opino que él no la merecía por eso se fue de su lado.

Decido bajar la mirada, ya que las palabras que me dice me queman por dentro.

Es como si me estuviera clavando dagas justo en el corazón.

—Gracias Martina, puedes retirarte.

Cuando sale de la oficina opto por beberme un sorbo de mi café.

No puedo dejar de pensar en Eleanor, ella no debió de irse de mi lado. Tampoco dejo de darle mente a las duras palabras de Martina.

Fue un tanto cruel, pero justo.

Juro que si Eleanor vuelve yo cambiaré, cambiaré para bien, seremos tan felices juntos, que no querrá irse de mi lado nunca.

Nunca querrá irse.

(.....)

Abro la puerta de casa pensando que ella está ahí en el sofá color café que tanto le gustaba, esperándome para reclamarme el porqué estoy tan ebrio y porqué llegué a esta hora.

Cierro la puerta y me encamino al sofá, me arrodillo ante el y me dispongo a llorar como nunca lloré en mi vida.

—¡Eleanor, por favor vuelve!

Grito devastado y dolido.

Imagino que ella saldrá de la cocina a abrazarme y a besarme, como lo hacía en nuestro primer año de casados.

Subo al cuarto donde solíamos dormir y agarro su perfume favorito me lo echo en la mano como siempre, me llevo la mano a la nariz para olerla una vez más.

En cada rincón de la casa está su aroma.

Siento mi celular vibrar en mis bolsillos, lo saco de ahí, es una llamada, contesto con la esperanza de que sea ella.

—¿Eleanor?

—¿Estás ebrio otra vez?— ríe tras el teléfono —Soy Mike idiota, sabes que tu amada Eleanor no volverá nunca a tu lado.

¿Qué quieres?

Qué amargado —a reírse —Solo quería avisarte que hemos localizado a Eleanor, o eso creemos.

¿Donde está? — inquiero desesperado.

Está ahora mismo en Inglaterra, estamos por tomar un vuelo para investigar más.

—¿Como están seguros de que es ella?

Tenemos contactos y fuentes informativas muy poderosas —dice un poco agitado —Por esto que estamos haciendo, nuestro pago tendrá que ser duplicado.

—Está bien, será duplicado, pero mientras la encuentren y me pasen información real les pago, pero si no...—me interrumpe.

No tendremos pago, lo sabemos, sólo te informo para que no te vuelvas más loco buscándonos.

—Sí, sí, idiota—digo colgando el teléfono y acostandome en la cama.

Agarro la almohada donde se acostaba ella y la abrazo fuerte para que no se vaya de mi lado.



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Holaaaaaa, cuanto tiempo...

Vacío © #2 [✔] EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora