V. Visitas

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Para cuando Jaemin llegó a casa ya estaba casi oscuro. Anh miraba televisión, o eso pretendía, su cabeza bajaba y subía, parecía cansada. Luchaba contra el creciente sueño.

Jaemin se acercó y miró el reloj. Eran las 9:34, no era tan tarde para que Anh estuviera casi dormida en el sofá. Dejó los dulces de Anh en una mesita y se acercó a ella para sentarse a su lado. Ella medio abrió los ojos para después parpadear y tallarselos.

—Llegaste... — dijo ella, más esperanzada de lo normal. Jaemin frunció un poco sus labios. Se veía preocupada.

—Llegué— asintió, abriendo sus brazos para ella. Anh se fundió con él, recargando su mejilla en el hombro de su novio. Se sentía tan bien tenerla en sus brazos.

—¿Qué tal el día con Jeno? —le preguntó un poco más animada. Jaemin sonrió y le besó la mejilla sonrojada.

—Perfecto, nos divertimos mucho— sonrió enternecido al verla bostezar. Anh inclinó un poco su cabeza con un pequeño puchero.

—Ya puedo dormir en paz— susurró. Jaemin asintió y le ayudó a levantarse del sofá. Juntos subieron las escaleras y se despidieron en el pasillo con un tierno beso en los labios. Cada uno a su habitación.

Una vez que estuvo con su pijama, Anh se metió a la cama, suspirando feliz cuando su cuerpo tocó las suaves sábanas.

—Ni se te ocurra dormir ahora— una voz a su lado la hizo saltar asustada y sorprendida. Alzó la vista, tratando de acostumbrarse a la oscuridad. Pudo ver una silueta parada a su lado. Se sentó en la cama y enfocó bien a Jeno.

—No puedes irrumpir aquí, no eres bienvenido— susurró, parándose, sin sentirse acobardada por la altura de Jeno.

—Puedo, claro que sí— sonrió petulante. Anh frunció sus labios. Jeno bajó su vista a ellos. —Pequeña Anh, estás en muy bajas condiciones, aún puedo oler tu esencia humana, eres débil todavía.— sé burló él, acercándose a ella. Anh retrocedió pero se topó con el borde de su cama, él la tomó por la cintura y le sonrió arrogante.

—Apestas— dijo ella, tratando de librarse, él Ángel en su interior luchaba por salir, pero se podía desatar el caos si eso pasaba.

—Uhm... — murmuró él, oliendo su cuello, ella apretó sus dientes, debatiéndose en sí darle o no una patada en la entrepierna.

—Quítate— gruñó ella, Jeno alzó su vista y pudo ver cómo los ojos de Anh comenzaban a tornarse blancos.

—No me quitaré hasta que me digas qué es lo que está pasando. ¿Qué ha pasado con Jaemin? ¿Por qué no recuerda nada? —la pegó más a su cuerpo, sintiendo la tensión en ella.

—Primero tienes que responderme tú a mí. Se suponía que TaeYong te había eliminado o algo así, no entiendo cómo recuerdas todo— le dijo poniendo sus manos en su pecho y empujándolo. Jeno no opuso resistencia y se alejó un poco. Su rostro ahora mostrando confusión.

—Lo mismo quiero saber yo... — murmuró bajando su vista al suelo y frunciendo su ceño. Suspiró y levantó la vista hacia ella. —No te permitiré estar cerca de Nana, así tenga que eliminarte. Pero antes de eso, primero tengo que divertirme y sacarte toda la información que necesito— sonrió y empujó a Anh al colchón, tomándola desprevenida, se colocó encima de ella y tomó su rostro con violencia. —Eres una maldita embustera, no creas que no sé lo que tienes planeado, Nana siempre ha sido mi mejor amigo y no dejaré que te quedes con él— acercó su rostro y besó castamente sus labios, sintiéndolos arder.

—¿Yo? ¿Un plan? ¿Quién te dijo todas esas estupideces? —gruñó ella removiéndose —Yo amo a Nana, tú eres el que está equivocado— trató de persuadirlo. Jeno parecía confundido y positivamente enfadado, casi al tope. Se alejó de ella, mirándola por última vez para desaparecer.

Anh se sentó en la cama, recargada en sus codos, aún aturdida. Jeno era de nuevo un demonio, de eso no había duda. Pero sus recuerdos parecían... Distorsionados. Alguien debió haberle lavado el cerebro. Otro punto importante es que él seguía hablando de Jaemin como su mejor amigo, así que no tenía la memoria totalmente correcta, ella había quedado como la mala ante él, siendo un ángel.

Agh, demonios. Todo se complicaba de nuevo.

Suspirando, volvió a acostarse en su cama, poniendo las cobijas hasta sus mejillas pecosas.

No pudo dormir absolutamente nada. Tenía que conseguir respuestas, y ya sabía con quién tenía que ir.

Angel [NCTall] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora