Historia

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Tenía 13 años cuando ocurrió la tragedia.

Me acuerdo a la perfección y dudo que se me olvide en la vida.
En aquel entonces, yo vivía en Barcelona, en la calle 55 casa 48.

Esa casa era la alegría en persona, era colorida, brillante y divertida.
Hasta el día en que llegó la tristeza a nuestro hogar: las paredes coloridas perdieron su color, convirtiéndose en oscuridad, ventanas que antes mostraban la belleza del mundo, ahora solo mostraban un lugar lúgubre y frío.

Era el 3 de enero de 1990.
Mi madre estaba en la cocina haciendo la cena como otro día cualquiera, mi padre le ayudaba lavando los platos. Mi hermano Jaime y yo estábamos leyendo tebeos de Astérix y Obelisco arriba, en nuestra habitación.


Todo estaba en tranquilo, pero, de repente se oyó un plato chocar contra el suelo partiéndose en miles de trocitos.

Sin darme cuenta mi vida dio un vuelco y nunca volvería a ser la misma.

Mi padre gritó mi nombre, Marco.
Su voz sonaba temblorosa, con miedo y desesperación.
Corrí en busca de mi padre. Y entre en la cocina casi tan rápido como un rayo.

Mi corazón se paró, noté como una lágrima se me escapó recorriendo todo mi rostro, saliendo de mi más profundo ser. Esa gota reflejaba mi alma separándose de mi cuerpo estático e inmóvil.
Todo lo que antes era felicidad se convirtió en tristeza.

Mi madre yacía en el suelo con los ojos en blanco, no respiraba.
Note cómo si alguien me apuñalada por la espalda.

Mi padre con un grito me devolvió a la Tierra, y le ayudé a coger a mi madre. La llevamos hasta el coche y mi padre le puso el cinturón. Me dijo que cuidara de Jamie mientras llevaba a mi madre al hospital.

Mire uno segundos a través de la ventanilla del coche, y ahí estaba mi madre, sentada, con los ojos cerrados.

Era curioso pero hasta en esa situación estaba realmente preciosa, como siempre.
Su pelo rizado y negro como el azabache, sus labios rojos como la sangre, por su carmín rojo preferido y el delantal que ella tanto quería, ya que era un regalo de cumpleaños que le hicimos mi hermano y yo.

-¿Marco me estás escuchando?- mi padre me miró con los ojos lagrimosos y a punto de desbordar- ¿puedo confiar en que cuidaras de tu hermano pequeño?

-Si- asentí con la cabeza

- Bien- mi padre corrió rápido hacia el coche y arrancó.

Me quedé absorto, mirando estático en mi lugar.

El coche de mi padre llevaba a la muerte consigo.

Me quedé ahí observando cómo el coche se alejaba hasta que desaparecía en el horizonte, en esa calle que parecía no tener fin.

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⏰ Última actualización: Dec 26, 2021 ⏰

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Una noche que cambió mi vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora