—Mí amor, esta noche te haré todo lo que deseo, todo lo que he silenciado en mí estos cuatro desde que volví a verte. —hablo con seguridad, alejándose de mí piel para encontrarse con mí mirada. Respiraba con dificultad y mis mejillas estaban enrojecidas en una mezcla de la calentura y la vergüenza de estar en esa posición, aunque la disfrutaba con fervor.
Asentí ante sus palabras como pude, las palabras que anhelaba entregarle morían en mí boca, había perdido la capacidad básica del razonamiento.
Sonrió divertido ante mí desesperación, claro estaba a flor de piel que era fácil de encender, puesto que no había necesitado más que un roce en mi cuello para encenderme tal cual incendio forestal.
Se acomodó mejor entre mis piernas y mientras que con una palma se adentró a mi camiseta con la otra sostenía mi nuca, ladeando mi cabeza hacia un lado mientras continuaba trabajando ahí.
—Mgh, Chris... —gemí entrecortado, sus dedos se enredaron en mis pezones, jugueteando y recorriendo mi torso como si le pertenecería, y así era.
—Mí amor, cuánto he deseado tenerte así... —susurró contra mi oído, jadeé y agaché mi rostro, respirar era infactible a estas alturas.
—Y si tú supieras cuántas veces me he tocado pensando en ti... con esos trajes y esa mirada de perro agresivo por los pasillos. —solté. Ni siquiera sabía qué decía con exactitud, estaba agobiado por la presión y el calor. Era cierto, tanto odio jamás fue más que pasajero, no duraba lo suficiente ya que al llegar a casa sólo podía pensar en su figura de hombre adulto, en cuántas cosas debía saber hacer en la actualidad.
Apretó mi cintura con fuerza empujándome hacia el frente, pude sentir su miembro erecto sobre su pantalón rozar con mí entrepierna. Temblequeé y solté un grito ahogado. Negué, no podía ser tan débil.
—¿Cómo puedes decirlo como si fuera nada?
—L- Lo siento.
Comenzó movimientos leves en círculos dejándome sentir su bulto aún mejor, las respiraciones profundas se oían y chocaban con el contrario, era invaluable la cantidad de impuricias que deseábamos hacernos. De ser dos niños amándose con la inocencia de una flor, a dos adultos aferrados a ese vínculo con la mente llena de pasión que ofrecer, locos por la lujuria del sentir.
—C- Chris... Mgh, ¿Por qué me gusta tanto que hagas esto? —dije por lo bajo, más para provocarlo que una cuestión exacta, sabía que verme así le encandilaba, que escucharme en tono suave y fingiendo desconocimiento despertaría sus pensamientos más obscenos de maestro.
—Porque eres mío, bebé. —respondió, metiendo sus dedos por mí pantalón para desabrocharlo.
—Nunca he estado con un hombre. —aclaré antes de proseguir, su mirada se clavó en mí sin una emoción en particular, analizando mis expresiones dominadas por el momento.
—Es lo que esperaba oír. —sonreí ladino, una pequeña risa se escapó. Si algo me gustaba de él, era ese lado posesivo y celoso, siempre supe que llegaría a ser ese tipo de hombre, y estaba feliz de ser el culpable.
Una sonrisa se hizo ver en sus labios ahora rosados, cortó distancia hasta mi oreja y la mordió juguetón, encargándose con sus manos de quitarme lo debido.
—Vamos al cuarto, mí Chris.
—Claro, mí amor.
Mordí mi labio inferior al oírlo, realmente todo de mí le pertenecía, lo amaba con cada parte de mí vida, él signficaba todo. La eternidad existe, sólo porque yo lo amo ajeno al tiempo.
Me sostuvo entre sus brazos, me cargaba como si fuera la nada misma, como si estuviera hecho enteramente para mí.
Mientras subía los escalones yo lo veía con perdición, quería grabar cada gesto, desde el más vacío al más descrito, aunque la sola atención de él a un punto fijo, sin expresión, era el mundo completo en mís manos.

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𝐕𝙤𝙡𝙫e͟r͟𝙩𝙚 𝒂 𝐕e͟r͟ ˙ . ⨾ 𖦹 ˙- 𝙘𝙝𝙧𝙞𝙨𝙚𝙧𝙞𝙘𝙠
Jugendliteratur∘ ₊─ ✧₊∘ ⨾ Desde los días de primavera en que tuve el afán de conocerle ha permanecido grabado en mí como un casette infinito, la canción especial que jamás te agota, la flor del jardín que siempre resalta y roba tú mirada, el paisaje divinamente de...