Octavo planeta (1/2)

161 4 0
                                    

"Señor gato en agonía, debemos escribir un libro de fantasía"

—Soy feliz, soy feliz. Hay arrugas en mis mejillas, así que todo está bien.Entonces camino por donde nadie puede sonreír de maneras distintas como lo hago yo y eso les parece gracioso, los hago reír. ¡Genial! Uno, dos tres, ¡canten! Soy feliz, soy feliz, aunque hable con las paredes por mi maldita soledad ¡Soy feliz, soy feliz!

¿Señora Collins?

Un suspiro misterioso se escucha. La música que, hasta hace poco sonaba, se detuvo en un impacto brusco de parte del señor gato en agonía por llamar la atención de la alegre rata que entona la pegadiza canción. Vuela como si fuera un adorable Hámster, ignora su miseria al ritmo de un ¡soy feliz!

—No entendí, así que inventaré cualquier cosa, señor gato en agonía.

—¡Oh, no! No me llame así, por favor ¡se lo imploro! Yo me llamo «Saturno» ese es mi nombre, le pido con toda la afabilidad del mundo que me llame por mi nom...

Es interrumpido. La rata con complejo de hámster, vencejo, protagonista de musical, artista incomprendido y unos cuantos más adjetivos, limpia su nariz y ríe fuertemente. Posee en su peludo cuerpo un vestido de la época victoriana, reinó sesenta y cuatro años en su ratonera comiendo de las migajas de otros y es que, ¡ser el segundo lugar es ser el primer perdedor! Su pelaje es gris oscuro a simple vista, es inexplicable su felicidad. Da asco.

—Eres el señor gato en agonía, ese que quería que todos lo llamen Saturno, incluso si nadie lo hacía.

—Y usted, dice ser un ratón, pero no lo es—titubea—. Todos acá podemos observar que es una rata. Incluso tiene puesto un vestido, ¿cómo se defiende ante eso?

El público alimenta la riña y la tensión entre estos dos seres extraños.

El señor gato en agonía se cree vencedor. Sin embargo, la señora Collins, no piensa darse por vencida. ¡El señor gato en agonía es su gran amigo! ¿por qué ahora se están tratando como si no se conocieran o como si nunca hubieran intercambiado algunas palabras? ¡No lo entiende! ¡no lo entiende!

El gato tiene sus ojos secos, lo cual es muy raro y extraño. La mayor parte del tiempo los trae cristalizados por lágrimas involuntarias, es normal ver al gato en agonía entonando canciones tristes por las calles de Tuaist (una gran ciudad para aquellos que sí entendieron la referencia) mientras se lamenta el haber tomado decisiones equivocadas a lo largo de su vida.

«Oh, solo me espera el final y aún para morir he fracasado» Grita por las calles de este pequeño pueblo. Y es que, se intentó suicidar trescientas veces aproximadamente, tanto que la muerte se le presentó en forma de golondrina y alargó su pesar. Ahora solo morirá cuando ella lo decida, todo intento de suicidio será un fallo que le dolerá aún más. Por eso llora, por eso sus ojos se mantienen húmedos. Su estado está permanente en frustración, no puede hacer las cosas bien y si desea morir, sufrirá más aún. Ronronea ante la última esperanza.

—Aparentemente soy una rata, pero realmente soy un ratón. ¿A caso no sabes que en esta época se puede ser lo que uno quiera? No me culpe de su falta de información, mi estimado —Coloca una pata en la cintura, vanidosa—. ¿Lo callé o qué? —Se burla— Mejor comamos té.

—Pero, señora. No tenemos tazas, no tenemos té.

—Uno mental, de hecho, acabo de servir dos tazas calientes ahora. En realidad, ya estamos en esta cita de té. Siéntese.

Una mesa hace presencia, antes no estaba ahí, pero ¿eso que importa? El señor gato se sienta, lo peor para todos es la muerte, él la anhela y aún no puede tenerla. Por lo tanto, nada malo ya le puede pasar. Incluso si esa taza de té contiene veneno, no le causará efecto alguno. Seguirá expresando notas tristes, seguirá siendo la lástima del lugar.

OCTAVO PLANETA.Where stories live. Discover now