Capítulo 27. Mira hacia la luz del día y déjate llevar (parte 1)

148 23 54
                                    


Un soplo de vida nueva parecía haber llegado al reino de York.

Las calles y avenidas de las pintorescas calles del reino que parecían estar dispuestas justo alrededor de la colina sobre la cual se alzaba con orgullo el palacio de jade, parecían estar burbujeando de actividad pues todo el mundo estaba ocupado engalanando sus hogares con rosas azules de papel que eran el símbolo inequívoco de que el rey Aslan estaba a punto de contraer matrimonio con su prometido quien no era otro más que el príncipe de los dragones, aquel hombre poderoso y bello que había venido desde Izumo a llenar a York de magia y de amor.

Y es que cada uno de los habitantes del reino escuchaba claramente la música que descendía desde las montañas cuyas cumbres heladas comenzaban a verse cada vez más blancas. Desde que se anunciara la fecha de la ceremonia de unión de almas de los futuros reyes de York, la música de la Luna madre no había dejado de escucharse en todo el pueblo. Auryn cantaba y todos sabían que no dejaría de hacerlo hasta el momento en el que sus dos elegidos unieran sus almas frente a ella.

El invierno había llegado ya a York pero en el corazón de todos estaba instalada una primavera eterna que parecía nacer del hecho de que el amor de la profecía, esa profecía que todos a conocían, por fin se había convertido en una realidad: porque el rey Aslan y el príncipe Eiji se amaban ya sin olvido. Porque Aslan y Eiji tendrían su ceremonia de unión de Almas dentro de dos días. Por ello todo el reino se había convertido en un jardín de rosas azules porque aquellas flores eran el símbolo de un amor que no había podido ser destruido al igual que las rosas de la reina Clarisse.

Los ojos verdes de Ash quien caminaba al lado de Griffin estaban clavados sobre el ir y venir de los sirvientes quienes estaban también preparando al castillo para la enorme fiesta de bodas que se celebraría después de que los dioses bendijeran su unión con Eiji. El joven monarca lucía ahora completamente recuperado de su viaje al mundo de la muerte. La mirada esmeraldina de Ash resplandecía del mismo modo en el que lo hacía la piel de la pequeña Nadezhda quien estaba en los brazos de Ash contemplando todo con sus ojos sabios y llenos de magia.

Eiji le había dicho que Nadezhda no tomaría su forma humana sino hasta después de un año de salir del cascarón pero eso no le preocupaba mucho a Ash. Él estaba conociendo a Nadezhda a través de las imágenes que la dragona le enviaba y a través de los hechizos sencillos que Eiji estaba enseñándole a conjurar con ella. Ash podía sentir que su compañera eterna era poderosa aun siendo una cachorra y sentir la alegría de Nadezhda cuando podían lograr hacer que las rosas azules del jardín de su madre brotaran en todos lados alrededor del palacio, era algo encantador. Además, Ash podía notar como su dragona amaba a Eiji con locura, bastaba verlo para que Nadezhda saliera corriendo rumbo a él y aquello era algo demasiado tierno. Ash no podía culpar a la dragona, la verdad es que Eiji tenía el mismo efecto en él cada vez que lo veía venir hacia a él.

—Nuestro ejército ha revisado cada rincón y grieta de las montañas buscando a la mano derecha del Gran Conquistador pero nadie ha encontrado nada. También los hemos buscado a través de la magia, pero ni siquiera Eiji o Blanca han encontrado rastros de la magia que une a Arthur y al dragón negro. La magia oscura deja rastro Ash, por eso estamos seguros de que esos dos no están aquí— dijo Griffin de pronto, llevándose con sus palabras la sonrisa enternecida de los labios de Ash cuyo semblante cambió de inmediato a la faz serena y fuerte del monarca del imperio.

—Esto es demasiado extraño ¿no crees? ¿Por qué han desaparecido así como así? Dieron su golpe maestro el día en el que me coronaron rey, no tiene sentido claudicar ahora, Griff. Si lo piensas con cuidado, es extraño que no hayan atacado cuando Eiji estuvo más débil o cuando yo descendí al mundo de la muerte— señalo Aslan notando que Nadezhda se ponía tensa también al escucharlo hablar de aquella preocupación.

King of my heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora