Una vez es casualidad, dos veces es algo común, pero tres veces se trataba del destino.
Noviembre.
Las lluvias de invierno son las peores -Pensaba. Me encantan los días lluviosos, pero con el frío que había era imposible poder disfrutar la lluvia invernal, aunque yo de cualquier manera deseaba sentirla.
-Lynn, cariño ¿Podrías salir a dejar estos biscottis a la señora Ellen?
-Enseguida voy -Le respodí a mi tía.Me sentía entusiasmada de tener una razón para salir fuera de esta tienda. La idea de estar alejada del exterior comenzaba a aburrirme y aunque solo fuera para entregarle el pan a una viejecita, me sentía bastante conforme.
Anhelaba ver una nevada en esta ciudad en la que jamás ha caído siquiera un copo de nieve. Era triste pensar que no podría volver a ver a sentir ese pequeño frío cayendo sobre mi rostro y cuello, derritiéndose con lentitud bajando hasta mi pecho y espalda. Imaginar esa sensación hacía que me recorriera un escalofrío por todo el cuerpo y máximizaba el frío que ya sentía.
La lluvia aumentaba cada vez más y el viento soplaba tan fuerte que en mi descuido se llevo mi paraguas.
-¡Demonios! -Grité.Estaba casi tan helada como un hielo y era como una cubetada.
Lo siento señora Ellen creó que su pan ha quedado arruinado.
Comencé a correr intentando escabullirme de la helada lluvia. Buscaba un lugar en el cual entrar, pero al parecer todos los locales se encontraban cerrados. Una tormenta se acercaba. Me recargue contra la pared de un local que tenía un pequeño techo y me volví hacía todos lados intentado localizar con la mirada alguna puerta abierta. Nada.
Me di por vencida en mi nada fructuosa búsqueda de un refugio y decidida me dije que lo mejor era volver.
-¡Muy bien! A... Aquí vamos. No está tan fría Lynn, no lo está. -Me lo repetía una y otra vez, intentando prepararme mentalmente para salir corriendo de vuelta a la tienda de mi tía.Estaba dispuesta a avanzar después de mis cinco minutos de preparación mental, pero en cuanto dí mi primer paso unas manos rodearon mi cintura, atrayéndome hacía si. -No te vayas. -Susurraba a mi oído.
Su voz era tan clara y profunda. Me sentía intimidada y a la vez excitada. Podía tratarse de un viejo.
-Suélteme, por favor.-Lo siento, pero la tormenta a comenzado. No puedo dejar que te vayas así.
-¿Tendrá un paraguas?
-Háblame de tú. No soy tan mayor. -Soltó mi cintura y volteé a mirarlo. Tenía razón no era mucho mayor que yo. A decir verdad eramos casi de la misma edad.
-Vivo sólo y sé que puede resultarte incómodo, pero no puedo dejar a una chica andar sóla en medio de una tormenta. -Sus ojos parecían ser de un color negro, pero al verlos mejor lúcian de un tono verdoso. Qué confuso.
Después de darle vueltas al asunto terminé aceptando la propuesta del apuesto chico. Todo era mejor que correr bajo el agua fría.
-¿Me prestas tu teléfono? -Pregunté en cuanto entramos.
-Puedes usarlo, está en la sala. -Me dijo mientras colgaba su gabardina en un perchero. ¿Llamarás a tus padres?
-No. Llamaré a mi tía para que me recoja, no vivo con mis padres.
-De acuerdo... Buscaré algo de ropa para tí, la dejaré en el baño. Será mejor poner a secar la ropa que traes puesta, así que cuando termines me la das. -No hizó preguntas.
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Vistazo al alma.
FanfictionEl frío de tu mirada me quema, Al saber que tú no quieres que te quiera, El quererte se ha vuelto un dilema, Quiero que tú vivas y tú quieres que me muera. Y ya ha pasado un año, En el que mi amor fue declarado, Me hiciste mucho daño, Al decirme “no...