Capítulo 13

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Iria

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Iria

Clare caminaba decaída por los suelos relucientes del aeropuerto. Yo iba a su lado, arrastrando una maleta de las cuatro que llevaba, mientras que Dylan iba por detrás de nosotras, con otras dos. Los padres de Clare nos esperaban en la puerta de embarque, Robert con el semblante serio y Yanise con una sonrisa triste. A la mujer no le hacía ninguna gracia que su hija tuviera que irse de Nueva York, pero no la juzgaba: a nosotros tampoco.

Mi amiga me miró con los ojos llenos de lágrimas y una mueca de tristeza que nunca había visto antes en ella. Llegamos hasta sus padres y dejamos las maletas a sus pies, puesto que quedaba apenas una hora para que Clare estuviera volando directamente a Inglaterra.

—Es hora de la despedida —mencionó Robert—, os dejaremos solos.

Ambos se fueron a un pequeño puesto de bebidas a conversar, pero no se me pasó por alto que nos miraban por el rabillo del ojo. Miré a Clare y a Dylan: estaban sumidos en una batalla cargada de emociones y sentimientos ocultos, y yo sé que eso sería lo más duro que tendrían que hacer en sus vidas. Un nudo de instaló en mi garganta, impidiéndome articular palabra.

—Yo... —comenzó Dylan.

—Te quiero —interrumpió Clare, abrazándole de pronto.

—Te quiero —respondió el chico, cuya barrera por fin había caído, dejando que unas tímidas gotitas saladas resbalaran por sus mejillas—, nunca me separaré de ti. Eres lo mejor que me ha pasado nunca.

—Madre mía, eres un cursi y un exagerado.

Rieron con tristeza, y se separaron, dejando abierto un canal lleno de sentimientos imposibles. Mi amiga se acercó a mí y comenzó a llorar más.

—Muchas gracias por ser mi amiga tanto tiempo, Iria —susurró—. Gracias por estar para mí, por haberme apoyado tanto, por animarme en los peores momentos...

—Soy yo la que tiene que agradecerte a ti —dije, sorbiéndome la nariz— por haber evitado que me partiese los dientes el primer día de universidad —rio—, y por haber estado conmigo desde entonces. Han sido tres años llenos de locuras y momentos inolvidables, Clare, y nunca dejarás de ser mi mejor amiga. Tú me has enseñado lo que es una verdadera amistad... ¡Por favor, no te vayas!

Abracé con fuerza a Clare, mientras intentaba mantener la compostura por ella. Sin embargo, mi amiga no tenía intención de dejar de llorar en ningún momento.

—No importa cuántos kilómetros, mares u océanos, países o continentes nos separen... Tú siempre vas a ser mi compañera de vida. Te quiero muchísimo.

Decir aquello hizo que ninguna de las dos pudiésemos evitar la lluvia de lágrimas que asolaba nuestros rostros. Iba a echar tanto de menos a la loca de Clare... Que hasta la idea de irme a Europa me parecía ahora maravillosa. No quería las mañanas sin Clare, sin sus comentarios despectivos sobre mi ropa, no quería que se fuera la única a la que podía contarle todos y cada uno de mis secretos y saber que se quedarían en ella hasta la muerte, no quería perder a mi compañera de aventuras, de discusiones, de sonrisas y de lágrimas, de dramas, de fiestas y de salidas por ahí... Yo no veía la vida sin mi mejor amiga.

INFIERNO (Disponible en físico) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora