La voluntad de Esteban

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(Este capitulo es una secuela de la historia anterior).

Una carta de adiós.

Mi nombre es Esteban, soy farmacodenpendiente desde que uno de mis amigos, José, murió ahogado en una piscina. Él era detallista, amable, servicial, trabajador, solía hacer el turno de la tarde en un centro comercial. A menudo se quedaba contemplando el grupo de amigos que éramos Nelson, Armando, Cláudio y yo.

Un día nos pidió ser parte del grupo, y lo aceptamos, no había razón para rechazarlo, ni siquiera por su condición económica en evidente desventaja con la nuestra. Pero más que eso, y con el animo de ser sincero, Nelson nos obligó a aceptarlo porque era el primero en la clase, lo que significaba tener los exámenes resueltos a la hora de la verdad. Esta es la razón por la que escribo esta carta, para que nadie se atreva a manchar la memoria del bien chico que fue Marcos José.

Tengo que decirlo , pues la conciencia me lo implora, que la muerte de José fue causada por una imprudencia de nuestra parte. Nelson y Cláudio lo hecharon al agua en contra de su voluntad, la verdad ya todos estábamos bajo los influjos de la alcohol y las drogas, razón por la que nadie le hizo más caso que cuando no vimos flotando boca abajo. De inmediato lo socorrimos pero fue demasiado tarde, ya había muerto.

Sus padres fueron muy clementes con la bola de irresponsables que fuimos al dejarlo ahí, inerte, muerto. Nadie tuvo coraje de darle respiración de boca a boca, yo lo hice, lo mejor o peor que pude, como la razón me daba a entender, pero cuando ya no reaccionaba decidí hablarle a una ambulancia, pero Cláudio me dijo que lo mejor era dar parte a las autoridades.

Ya sin querer dar detalles de lo ocurrido, desde ese día vivo, si se puede decir vida, atormentado por su recuerdo. Tengo en mis labios el sabor de su boca alcoholizada y sin aliento. Fui el único de todos, me refiero a Nelson, Armando y Cláudio, quien acudió a su entierro, algo triste y lúgubre si tomamos en cuenta que fue dos días antes de la Navidad del 2003. La familia estaba destrozada, no sabían que José se drogaba y mucho menos que había dejado su empleo, lo que significa que al final de su vida  todo había sido una mentora, un engaño.

Ya han pasado tres años de eso, acabamos la prepa como mejor pudimos, aunque la universidad ha sido un fiasco. Nelson la abandonó, Armando debe 3 materias y no puede pasar a cuarto semestre y Cláudio, lo ultimo que supe es que va a unas terapias; yo, en cambio tengo que permanecer medicado todo el día para que los recuerdos no me vengan de golpe, pues dice el medico que soy propenso a deprimirme, aunque desde hace días no he tomado nada. Estoy cansado de dormir luego del colegio todo el tiempo, no soy de provecho, soy un lastre que no puede controlar sus recuerdos, por eso he tomado esta decisión.

Hoy, cuando encuentren esta carta debajo de mi cama, ya será demasiado tarde. He decidido tomar el frasco de medicamento que me queda, más unas pastillas que hurte del botiquín de mis padres.

¡Es lo mejor!, ya no puedo con esta culpa que me aflige y me quema por dentro.

Pido perdón a mis padres, por ser tan débil, a José, quien espero me reciba en el otro lado, si es que hay otro lado, y a las personas a las que les hice la vida muy infeliz. Piensen que el tiempo ha sido duro conmigo, azotando mi corazón como nunca nadie lo había hecho. Lo poco que tengo se lo dejo a mamá, quien puede hacer lo que le venga en gana con ello, menos dárselo a mi hermano menor, pues no quiero que por  ningún motivo el viva en mi recuerdo.

Este es el adiós, el único y eterno adiós, a ustedes, los que se quedan, les toca sufrir, yo en cambio, me entregaré al sueño profundo e inacabable que es la muerte, espero algún día me puedan perdonar; aunque esta es mi última voluntad.

Sin firma, Esteban se despidió del mundo la mañana del Lunes 22 de diciembre de 2006 extinguió su luz para siempre, sin darse cuenta de que con ello honraba la muerte de su amigo José.

Hoy, ambos descansan en el cementerio de la ciudad de México, como muestra de lo dañino que son las drogas y  lo terrible que puede ser la depresión descontrolada en la adolescencia, aún en la tardía, que se comprende entre los 15 y 19 años.


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