Único

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-¿Quieres ser mi novia?

Las palabras salieron en un susurro de los labios que no podía ver de una de mis amigas, su voz en mi oído me estremeció por el contenido de las palabras. Una sonrisa atravesó mis labios como si de una niña se tratase. Cerré los ojos y pensé en el último año de nuestra relación, la respuesta de resbaló de mis labios un par de minutos después:

-No…

El silencio se sentenció entre las dos y termine la llamada un minuto después de mi respuesta. Ella no volvió a llamar y yo tampoco lo hice, ya no había nada de que hablar, el tema había muerto junto con mis palabras.

Solté una carcajada dolorosa cuando sentí las lágrimas comenzar a resbalar por mis mejillas, la risa no cesó y mis lágrimas tampoco lo hicieron durante unos largos minutos.

Él último año de mis recuerdos me atacó como una daga al cuello,  quitándole más años a mi corazón roto, había intentado besarla… en más de una ocasión y cada vez que la idea pasaba por mi mente mis uñas iban a mi brazo.

Pude controlar esa sensación de necesidad, como cada cosa que se trata de mi propia vida, había sido duro, ese cosquilleo que sentía al verla sonreír lo había matado junto con mi descontrol. Simplemente no podía permitirme perder a una de las personas más valiosas en mi vida, si eso significa quedar con el corazón roto… no era un gran sacrificio.

Una sonrisa amarga atravesó mis labios ¿Cómo pude permitirme enamorarme?, se supone que tengo un control sobre mis emociones que parece casi un aparato siendo encendido y apagado. Alegría, controlado, tristeza, controlado, orgullo, controladocontrolado, controlado. Pero tal parece que el amor está fuera de mis manos.
Hay que decir que tengo un sabor agrio en mi boca, ¿Acaso eso es el amor?

Me dije a mi misma que debía dejar de llorar, pero las lágrimas no se detuvieron y otra risa rota salió desde el fondo de mi garganta. Vaya que es una molestia este descontrol repentino, la última vez que no fui capaz de mantener mis emociones a raya fue en primer año de secundaria, hace ya 6 años.

Escucho pisadas acercarse a mi habitación y yo sólo miro mi celular, la puerta de abre y es mi hermana quien esta en el umbral de la puerta blanca. Sonrío levemente en forma de saludo pero sus ojos reflejaron sorpresa.

-¿Por qué lloras? – preguntó mientras se acercaba.

Claro… el descontrol. Lo olvide por completo.

-¿Te duele algo? -su voz de volvió un susurro.

¿Las personas lloran cuando les duele algo?... yo solía hacerlo de niña, supongo que ahora lloro por mi corazón roto.

-Supongo que mis lágrimas sólo quieren escapar. -contesté y miré el celular de nuevo.

-Tú no lloras por algo tan estúpido como eso. -frunció el ceño molesta.

-Ahora sabes algo nuevo de mi.

Me puse de pie y salí de la habitación. Recorrí la sala y mis lágrimas simplemente no se detuvieron, era momento de ducharme.

El agua se sintió fría contra mi piel, cuando comencé a limpiar mi cuerpo con el estropajo hice más fuerza de la necesaria y mis brazos parecían más rasguñados que limpios, hice una mueca de dolor cuando me secaba el cuerpo.

Había un espejo enfrente de la ducha, no pude evitar mirarme, mis ojos rojos por el llanto y mi cara hinchada, era obvio que si mi madre me miraba haría preguntas, ni siquiera seque mi cabello cuando hui de regreso a mi habitación, me escondí en las sábanas y me quedé dormida cuando el llanto me lo permitió.

Yo no odiaba la escuela, me entretenía estar en ella, pero en cuanto entre sentí el pesar, sabía que ella estaría allí, obviamente que lo estaría. Entre a mi salón y cuando deje la mochila no me moleste en salir a buscarla, ¿De qué serviría?, haría las cosas incómodas entre nosotras.

Estaba tan ausente en las clases que fui reprendida un par de veces, en los recursos estaba sola y escondiéndome, huyendo de la confrontación que me esperaba. Sabía que pasaría en cuanto cruzáramos palabras, sería el final de lo que evite hace tiempo…

Yo también le amaba, pero sabía que ninguna relación terminaba bien, evitando a toda costa el amargo final y que tendría que estar sola de nuevo, y eso en algún punto me daba miedo, estar tan rodeada de personas pero no sentir ninguna conexión con nadie… me aterraba.

Ella ni siquiera me dio una sonrisa amable cuando nos cruzamos en la salida, ella se miraba herida y molesta, no la culpaba si me odiaba, yo tampoco me agradaba mucho en ese preciso momento.

La espere, espere a que se acercará a mi y habláramos, pero nunca lo hizo. La mire irse mientras sentía el dolor apresar mi pecho y las lágrima deslizarse por mis mejillas. Era justo, me lo merecía.

Gire en la dirección opuesta pensando que sólo deseaba que ella estuviera bien, se lo merecía, yo no podía darle lo que ella buscaba y lo mejor era eso, alejarse sin siquiera un adiós, yo podía lidiar con este corazón roto… me he acostumbrado a la sensación después de años.

Corazón roto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora