Capítulo 24. Perspectiva

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Narrado por Edgar (siete años atrás).

Odio las malditas mudanzas. Desde el día que nací me he cambiado de casa al menos unas 8 veces, es horrible, porque te encariñas con el lugar y con la gente; apenas te empieza a gustar tu nueva vida y tienes que cambiar todo otra vez. Empacar, poner todo en cajas de cartón, cambiar de escuela, despedirte de tu novia, prometerle que encontrarás una manera para seguir viéndola y no lograrlo…

Mañana es mi último día en la escuela, mañana es viernes. Mi madre lleva todo el mes diciéndome a mí y a mis hermanos que nos mudamos este viernes. Voy a tener que cambiarme de escuela también y ya está todo listo… El lunes conoceré mi nueva escuela. Odio las malditas mudanzas, no quiero irme.

No quiero irme porque tengo la virginidad de mi preciosa novia y ella también tiene la mía. Apenas llevamos dos meses saliendo juntos y ella tiene mucho que ofrecer en muy poco tiempo. El día que le dije que me iba a mudar, fue el mismo día que perdí mi virginidad en el ático de su casa, desde entonces nuestra relación ha dado grandes pasos en muy poco tiempo.

Ella me dice cada 73 segundos que me ama, tiene esa loca idea en la cabeza de que siente amor por mí, aunque yo creo que es sólo atracción. Sólo tenemos 15 años y el amor es algo muy complicado, es algo que todavía no tengo el interés de conocer.

Cuando el padre de mi novia la vio salir por la vagina de su mamá decidió que se llamaría Ariel, como la sirenita, porque es pelirroja y su papá está obsesionado con las malditas películas de Disney, tiene toda una colección en el ático, el mismo ático donde tuve sexo con su hija.

Llevo sólo dos meses con Ariel y me gusta mucho, me gusta porque me da mi espacio y no tiene vergüenza a estar desnuda, me deja besarla cada que quiero y es muy directa cuando le molesta algo. Odio las malditas mudanzas.

Ariel va en mi escuela, en mi mismo grupo, en mi mismo salón de clases, siempre se sienta atrás de mí y acaricia mi espalda todo el santo día, hasta que salimos de la escuela y vamos al ático de su casa para una sección de besos y caricias. Hoy me hizo un blowjob en su ático, hoy su casa queda a sólo 10 minutos de la mía, mañana su casa quedará a 2 horas de mi nueva casa. Odio las malditas mudanzas.

Pensando en lo mucho que odio las mudanzas logro quedarme dormido y despierto horas después sintiéndome realmente cansando, como si no hubiera dormido nada. Miro mi habitación y la mayoría de las cosas ya están en cajas, odio las cajas tanto como odio las mudanzas.

Tomo una ducha, esta será la última vez que use la regadera de esta casa, la última vez que use este baño. Me visto y regreso a mi habitación, me gusta mi habitación y odio verla llena de cajas. Recuerdo todas las veces que me masturbé en este lugar, la última vez que lo hice fue antier. Me pongo a pensar en la familia que comprará este lugar ¿ahora quién dormirá aquí? ¿Ahora quien eyaculará aquí? Considerar esas tonterías me pone muy triste.

Voy a la cocina y ahí está mi hermano Paul, él irá a la universidad y me dejará de paso en la escuela, por última vez. Ni siquiera tengo ganas de desayunar, sólo quiero ir a la escuela para ver a Ariel, las clases ya ni siquiera importan, no importa si hoy dejan tarea o no, pues el lunes estaré en otra escuela.

Durante  el camino Paul me cuenta sobre la nueva casa, él cree que me gustará, dice que está ubicada a las afueras de la ciudad y que por lo tanto la vida será más tranquila, no tendremos que escuchar el sonido de las ambulancias o de los policías a media noche. También cree que me gustará mi nueva escuela, dice que es más grande y con menos alumnos. La verdad es que eso a mí no me importa, allá no tienen el ático de Ariel.

Al llegar a mi escuela veo a mi buen amigo Evan, él camina hacia a mí y me abraza colgándose de mi cuello, los japoneses son rarísimos y él apesta a tabaco, apenas son las ocho de la mañana y quién sabe cuántos cigarrillos ya se ha fumado.

Vaso rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora