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Narra Jimin.

-Seo, Seo- moví su brazo cuidadosamente, quería despertarla pero no quería que luego me mate por llamarla.

-Mmh- se dio vuelta, aún con los ojos cerrados.

-Bebé, hay que levantarnos. Los chicos me dijieron que estan afuera esperando a que salgamos- susurré, mientras acariciaba su cabello.

-Esta bien- abrió sus ojos, adaptándose a la luz que entra de la venta. Se sentó en el borde de la cama, miró para todos, con los ojos entrecerrados, y luego pasó una mano por sus ojos.

«Adorable» pensé.

-Hola, Seo- me acerqué a ella.

-Hola- me saludó en un susurro. Besé su mejilla y después su boca.

-Te vez hermosa en las mañanas- puse un mechón de pelo de ella, mientras sonreía.

-Debo verme terrible- dijo, riendo.

-Te ves muy bien- me puse más cerca de ella -Y sexy- dije antes de besarla. Ella soltó una risita y con sus brazos rodeó mi cuello. Yo puse mis manos en su cintura y tiré un poco de ella para atrás.

-¡Chicos, tenemos hambre!- la voz de JungKook, desde afuera, no interrumpió.

-Vamos- susurré, pegando mí frente con la de ella.

Seo se levantó de la cama y fue a buscar ropa para, luego, entrar a la baño y cambiarse. Yo tomé mi ropa y me cambié en la habitación. Luego de que ella terminara de vestirse, entré yo al baño para arreglarme.

-Vamos- tomé su mano y salimos por la puerta de la cabaña.

-Señores, estan invitados cordialmente al desayuno- dijo Namjoon, con sarcasmo, cuando nos vio.

-Vamos- insistió Jin.

(...)

Narra Seoyeon.

-- Seo, ven -- me llamó Jimin, extendiendo su mano hacia mí.

Habíamos salido de las cabañas para ir a la ciudad, que se encontraba a unos treinta minutos de donde nos estabamos que dando. Los chicos se habían quedado en la playa jugando un partido de fútbol. Por una parte es bueno, asi Jimin y yo pasamos tiempo asolas. Por otra parte, extrañaba que caminaran a los gritos o corrieran por la calles, como unos niños. Jimin y yo teníamos planeado volver a la noche.

Caminábamos por las calles de Busan agarrados de las manos. Era hermosa esta ciudad, especialmente ahora, al atardecer. Las luces se empezaban a encender.

-No sabes lo feliz que me pone esto- dijo Jimin, pasando uno de sus brazos por mis hombros pegándome mas a él. Gracias a la diferencia de altura, no llegaba a abrazar muy bien su cuello, tenía que ponerme de puntitas para llegar. Así que, preferí pasar un brazo por su cintura.

-A mi también me pone muy feliz estar contigo- le sonreí.

-Estamos un poco más en paz, sin los chicos- bromeó y yo reí.

-Por aquí hay una cafetería, yo diría que es una de las mejores de Busan. Cuando era niño, iba todo el tiempo con papá- me contó, mirandome -¿Quieres ir?

-Sí- asentí.

Cruzamos a la calle de enfrente, caminamos un poco mas y llegamos. Jimin abrió la puerta, dejándome pasar y él vino detrás mío. Nos sentamos en una mesa cerca de las ventanas.

-¿Te gustó Busan?- preguntó Jimin, mirándome con una sonrisa.

-Sí, volvería a venir aquí- respondí.

-Hola, chicos- un chico se acercó a nosotros, vistiendo con el uniforme del lugar. Nos dejó los menús encime de la mesa y Jimin y yo observamos las opciones. Mientras elegía, la mirada del chicos la sentía sobre mi y Jimin parece que también, porque carraspeo un poco para llamar la atención del chico.

-Yo te pediré el número tres- dijo Jimin -¿Tu, amor?- me miró.

-Lo mismo que el- dije. Antes de irse, el joven recogió nuestros menús y nos sobrios antes de irse.

-Él no paraba de mirarte- Jimin dijo, haciendo evidente sus celos, aunque se podían notar desde Seúl. Yo solté una carcajada -¿Qué?- preguntó, mirándome con una ceja alzada.

-Tu sabes que yo solo te miro a ti- contesté, tomando su mano.

-Y yo solo te miro a ti- me dijo, sonriendo.

Luego de que el chico nos haya traído nuestros pedidos, comimos y volvimos a las cabañas. Las calles se encontraban vacías por esta parte de la ciudad. Me subí a la espalda de Jimin, porque ya estaba bastante cansada de caminar, yo rodeaba su cuello con mi brazos y él tenía sus manos en mis muslos, sujetándome.

Jimin condujo hasta las cabañas. Íbamos escuchando musica con nuestras manos entrelazadas. Cuando llegamos a nuestro lugar de destino, se veía que todo estaba tranquilo. Salimos del auto y Jimin lo rodeó rapidamente para cargarme como un bebé: mis brazos en su cuello y mis piernas en su cintura. Solte una carcajada al verlo caminar mientras me besaba.

Entramos a la cabaña entre muchos besos.

-Sabes, que si no paro, no me dentendré- susurró, pegando su frente con la mia. Entre todo el silencio que había en la cabaña, solo se podían escuchar nuestras respiraciones agitadas.

Nos seguimos besando y abrazando un rato mas hasta que nuestros labios quedaron hinchados, pero esto no pasó a mayores.

Yo cambié mí ropa y fue al baño a ponerme el pijama, mientras que Jimin solamente se sacaba se camiseta y tenía un pantalón corto deportivo.

-Ven, bebé- dio unos golpecitos en la cama, a su lado, para yo me acueste junto a él.

Así terminó nuestras noche: yo acostada encima suyo y él abrazado a mí cintura. Cuando subía y bajaba su mano por mí espalda, también acariciaba mí cabello.

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Editado: 04/06/2021.

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