Aferrandome a la vida

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"¡Un hijo! Tú sabes, tú sientes que es eso: ver nacer la vida del fondo de un beso por un inefable milagro de amor"

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Dentro de una bolsita flotaba en el ambiente acuoso como lo venía haciendo desde el día en que aparecí aquí, era un lugar muy calientito y muy cómodo donde nada me faltaba. El llegar había sido un poco difícil y cansado, tuve que ganarle a muchos otros, pero valió la pena, este lugar me daba tranquilidad y todos los días descubría que algo diferente sucedía en mi cuerpo.

Con incredulidad y miedo mi mirada volvió a captar el pequeño rectángulo blanco y fue entonces cuando la realidad me golpeó, barriéndome con fuerza y derrumbándome sin piedad, dejándome caer en un gran abismo.

Estaba embarazada.

Las sospechas resultaron ser ciertas, mi regla se había atrasado y notaba mi cuerpo un tanto diferente, mis pechos un poco hinchados y adoloridos, sensibles, mi estómago levemente abultado, casi imperceptible, lo cual antes relacioné con mi resiente aumentado apetito y que creí se trataba de algo normal... No era más que un síntoma.

Comencé a temblar y a sudar frio, respiraba con irregularidad sintiendo como un gran mar de lágrimas brotaban desde las cuencas de mis ojos. Como un acto reflejo que intentaba mostrarme otra prueba más del estado en el que ahora me encontraba, mi estómago se revolvió.

El pánico me invadió.

Me había quedado dormido por un ratito, hasta que una sensación extraña invadió mi pequeño mundo, tuve mucho miedo, antes no ocurría nada parecido, muchas veces me sentía contento, pero ahora era todo lo contrario. Me ovillé y me quedé quietecito esperando a que el dolor desapareciera.

Acostada en mi cama sollocé con fuerza, lloré y lloré como si no hubiese un mañana. Esto no podía estarme pasando.

¿Qué iba a hacer?...

No estaba preparada para esto, yo no lo buscaba, ¿cómo pudo suceder?, de acuerdo, se exactamente como sucedió, y lo disfruté enormemente... ¡pero nos cuidábamos!

¿Cómo se lo diría a Edward?

La opresión en mi pecho se intensificó.

Indudablemente esto podía repercutir en nuestros planes, sobre todo en los suyos, yo no podía echarle a perder su futuro, no podía... No tenía derecho.

Edward quería seguir la misma línea que su padre en las ciencias de la salud y ser un excelente pediatra, a diferencia de Carlisle que se desempeñaba como medico obstetra... Y ahora por mi culpa sus planes podrían irse a la basura. ¿Qué pensaría el sobre esto?, tal vez se enojaría y me dejaría...

No sabía qué hacer, ¿Cómo se actuaba en situaciones como esta?

Embarazada.

Un bebé...

Seguí convulsionándome mientras lloraba.

Quizás para cualquier otra mujer sería la mejor noticia de todos los tiempos, pero no para mí, no por ahora. Esto no era mi prioridad.

En una hora una clase me esperaba. La única ventaja a mi favor es que el horario de Edward hoy fuera corrido, de lo contrario no sabría explicarle el motivo de mi sentir. No me quedaba de otra que hacer un gran esfuerzo y tranquilizarme.

Me levanté temblorosa y fui al baño a lavarme la cara, en el espejo aprecié mis ojos rojos por el llanto y el cabello ligeramente fuera de su lugar.

Desde hoy mi vida podría cambiar, de una estable y feliz con el hombre que amaba, podía pasar a quedarme sola y conocer la desdicha.

Edward y yo nos conocimos en Forks, nos hicimos novios en la preparatoria y desde ese entonces no nos habíamos separado, nos amábamos, por lo que en su momento decidimos entrar juntos a la universidad, Dartmouth se convirtió en nuestro sueño y ahora lo estábamos cumpliendo.

Aferrandome a la vidaWhere stories live. Discover now