CAPÍTULO 7

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No había progresado en lo absoluto, la castaña no deseaba levantarse siquiera del suelo húmedo, sus ojos estaban centrados en sus uñas, no tenía idea de qué había hecho para acabar con la vida de la criatura que le estaba llevando a las profundidades de aquel lago cristalino.

Suspiró por milésima vez, presionando sus uñas contra sus palmas, causando nuevamente que las heridas volvieran a abrirse a flor de piel. Pasados los minutos aquellas pequeñas aberturas volvían a hacerse cicatrices sin siquiera experimentar dolor, era asombroso e incluso repulsivo.

A su alrededor no había nadie, llevaba un par de minutos sola pues el cejudo había decidido seguir con la búsqueda mientras ella descansaba, a lo cual no se negó, por supuesto. Sus vagos intentos de continuar le producían algo más que simple pereza.

A sus espaldas el sonido de las pisadas sobre las hojas le alertó. Se levantó casi sin hacer ruido y comenzó a observar de un lado a otro en busca de la silueta de Jean. Se adentró un poco en el bosque, donde provenía el sonido, comenzó a buscar intentando ser lo suficientemente silenciosa para no ser captada por nada ni nadie a metros de si. Estaba ansiosa, su mirada corría rápidamente entre los árboles hasta que dio con algo peculiar, un traje futurista de color gris plomo cubría el cuerpo de alguien, junto con una máscara bastante extraña.

Era un guardia, de los mismos que había visto en Agapei. Se movía lentamente mientras con su arma señalaba hacia la nada, esperando encontrar algo para atacar. Comenzaba a sentirse con temor, debía buscar al chico, tenían que volver.

Dio un paso atrás, pero había pisado una rama que solo consiguió llamar la atención de aquel sujeto. Si voz se cortó en su garganta y por acto reflejo solo comenzó a correr. Era muy mala para ello, quizás en cuestión de minutos estaría siendo atrapada o asesinada, pero no paraba, la adrenalina le generaba emoción, pero no se sentía plena con ese sentimiento.

Se hiperventilaba una y otra vez, pero no paraba, no sabía si de verdad estaría siguiéndole, pero si debía parar, no sería en ese momento, menos aún cuando sabía que la distancia seguía siendo tan corta que si por algún motivo venían a su búsqueda era muy probable encontrarle.

Pero se detuvo.

A orillas de un acantilado.

Jadeaba con la mirada fija en el fondo del abismo, un hermoso mar morado como el cielo enaltecia en el hermoso paisaje ante sus ojos, junto a una bandada de raras aves similares a guacamayas que volaban con dirección a los dos soles, uno más grande que otros, quizás hasta muy distantes.

En ese momento todo lo que le impedía estar bien se desapareció y no deseaba irse nunca, era demasiado hermoso.

Pero todo acaba muy pronto.

-Zerina... por favor, no te muevas -esa voz le produjo un fuerte impacto, su cuerpo se paralizó por completo mientras sentía sus ojos inundarse de lágrimas demasiado pronto.

-¿Por... qué? -soltó, casi en un susurró, con su voz temblando en su garganta, no sabía si lo que estaba pasando era real o no, pero fuese lo que fuese, no podía evitar sentir que sus piernas estaban por fallarle y el llanto correría arduamente por sus mejillas.

-Lánzate -ordenó una voz imperativa, una voz ronca que le produjo escalofríos junto a un extraño sentimiento de terror-, ¡¿no me oyes?!, ¡aviéntate! -gritó.

La castaña giró la cabeza sobre su hombro para observar lo que a sus espaldas ocurría. Pero su corazón dejó de latir por un momento cuando se cruzó con la mirada de su madre, con el rastro del dolor en sus ojos enmantelados en una sábana rojiza. Aquel guardia le sostenia con su brazo aprisionando su cuello mientras señalaba directamente a su cabeza con su arma.

Homeri Oddysea UniversumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora