ch. 009

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CHAPTER NINE

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CHAPTER NINE










Dorne comenzó a alistarse para recibir el regreso a dos de las personas más importantes en ese mundo: Helaena y Aegon. Ambos habían permanecido demasiado lejos de la comodidad de la familia, cuando la joven princesa cumplió la mayoría de edad, se despidió de los Maestres y la Ciudadela, emprendiendo su regreso hacia su hogar. 

Extraña el calor de Dorne, las playas e incluso las serpientes venenosas de las que tuvo que aprender sus venenos y cómo contrarrestarlo, lo cierto es que, ninguna de ellas tenía una cura y su mordedura era mortal. Oberyn se aseguró de que ella entienda que así era su familia, todos y cada uno de ellos poseían un veneno mortal pese a verse como criaturas indefensas y fáciles de matar.

Doran estaba nervioso, fueron muchos años los que la guerra inminente de sus sobrinos contra Robert y los Stark fue pospuesta. Ahora, Helaena, Aegon y Rhaenys tenían la edad suficiente para tomar sus propias decisiones, con tres bestias que respaldaban quiénes eran, el mismo poder que Aegon I tenía para tomar Poniente y al que nunca temió utilizar. Los dragones eran criaturas maravillosas, pero su poder destrucción causaba conflicto en él; deseaba poder saber cuáles eran los planes de sus sobrinos, aunque estaba seguro de que pronto oiría lo que iban a hacer. 

Había sido asombroso, al menos para él, como nadie soltó ni un solo pequeño suspiro con el nombre de ellos; se habían mantenido ocultos y muchos al ser leales aún a los Targaryen, hicieron todo en su poder porque el nombre de sus sobrinos jamás sea dicho. 

Ahora eso también cambiaría. El mundo pronto conocería la existencia de los hijos de Rhaegar, el último dragón, y de su hermana Elia, el Sol de Dorne.

«¿Cómo iban a reaccionar?» se preguntó a él mismo. Sus ojos se hallaron en el cielo cuando un gruñido se escuchó y lo sacó de esos pensamientos. La bestia alada de Rhaenys lo regresó a la realidad, allí, su sobrina cayó sobre la fuente de agua y él suspiró, a sabiendas de qué iba a tener que regañarla por no obedecer a su pedido de que el dragón no haga sus paradas dentro de Palacio Antiguo.

Su sobrina saltó del dragón y se acercó hacia su alargado cuello para abrazarlo, diciéndole algo en alto Valyrio que fue anulado por la respiración del dragón, Rhaenys alzó la cabeza y sus ojos se cruzaron los de él, alzando la mano para saludarlo.

─¡Buenos días, tío Doran!

La cría que antes guardaba sus opiniones había cambiado, Rhaenys se transformó en ésta dulce pero curiosa princesa cuyas respuestas jamás eran lo suficientemente buenas como para satisfacer a sus preguntas. Supuso que fue la influencia de su primogénita, Arianne, quién se había puesto sobre el hombro el cuidar a su prima como si fuera su propia hija. Le había enseñado todo lo que él alguna vez le enseñó a ella.

Cómo comportarse apropiadamente ante los hombres de Westeros, alguna que otra lengua de Essos, incluso la ayudó a hablar Valyrio, a sabiendas de que el Alto Valyrio que los ancestros de ella hablaron alguna vez, no era ni la mitad de lo que aprendió Rhaenys; Helaena tendría mucho más para enseñarle de lo que Arianne hizo; pero su empeño hizo que para la princesa fuera sencillo. Además de ello, le enseñó sobre la cultura de cada ciudad que fuera importante y la ayudó a saber aún más sobre los reinos.

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