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-¿Solar?- pregunto Byul sorprendida al tener a su amiga al otro lado de la puerta, con una almohada gigante y un bolso.

-¿Puedo pasar?- preguntó sonriendo tristemente y la menor se hizo a un lado para dejarla entrar a su casa.

Un silencio se prolongó entre ambas, extraño.

-¿Eric?- preguntó mientras que ambas se acomodaban en el sofá.

La mayor asintió y la menor sintió una envidia gigante.

Él la tenía, a su cuerpo y a su amor y aún así no la valoraba.

-No quiero hablar de eso, sólo quiero despejarme- dijo y recibió el abrazo de la menor en un milisegundo.

No faltó mucho para comenzaran sus juegos típicos, sus bromas pesadas y sus golpes.

No faltaron las risas ni los reclamos, las burlas ni los halagos.

-Menos mal mis padres no están o ya nos habrían hecho callar- dijo Byul subiendo las escaleras de su casa, seguida por su amiga.

-Asi que... estamos solas- dijo la mayor y la menor lo afirmó sin ver la doble intención de la contraria.

De pronto, la mayor sintió que algo impedía que despegara la vista de las piernas de su amiga, las cuales apenas eran cubiertas por la polera extra grande.

-¿Quieres que le avise a Hwasalion o a Wheein?- preguntó Byul sacándola de su estado hipnótico.

-Nono, no las molestes, conociendolas ya deben estar durmiendo- excusó y se concentró en acomodar la almohada que había traído al lado de la que usaba su amiga.

Ambas se metieron a la cama e hicieron caso omiso al contacto de sus piernas.

-¿Por qué sigues con él?- preguntó Byul y Solar abrió la boca sin poder decir alguna justificación, ya que ni ella la tenía.

La menor siguió lamentándose con un discurso que se camuflaba como el de una amiga, pero en realidad era de una persona despechada y el corazón a punto de quebrar.

Solar no aguanto más y la besó.

¿Por qué? Ni ella lo sabía.

¿Le gustaba? Desde siempre, aunque no lo admitiera por miedo.

¿Valía la pena? Mil veces si.

Byul siguió el beso pensando que aquello era una ilusión, así que levemente me pellizco.

La chica que siempre amó la estaba besando.

Sus manos temerosas descansaron en las mejillas de la mayor, sin querer romper aquel acto.

La mayor en cambio, llevó las manos hasta la cintura de su amiga, pero por debajo de la polera.

Era una mezcla de un beso tierno y caliente a la vez.

-Me gusta esta pijamada privada- ronroneó Byul extasiada, volviéndola a besar.

Fin.

Pijamada privada (Moonsun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora