1,2,3,4,5,6,7... Cuento las cucharas en mi mente para luego colocarlas sobre las mesas de la cafetería. Antes de abrir, organizamos los cubiertos y las servilletas para los clientes.
Camila: oigan, ya son las 8:00. Voy a abrir, está bien? - consulto con mis compañeros, Lauren y Oliver. La ojiverde asiente con la cabeza, concentrada, organizando el cambio en la caja. - Oli? - esperando que el rubio me dé el okey. La puerta de la cocina se abre un par de centímetros y la mano de mi compañero se asoma dándome un pulgar hacia arriba.
Oliver: todo listo! - grita desde su lugar.
Procedo a girar el cartel en la puerta para que ahora la palabra "abierto" se vea desde afuera.
Lauren: ¿puedes encargarte de la caja tú hoy? - pregunta mientras pasa un trapo limpio por el mostrador.
Camila: sip. - respondo sin problemas.
Fueron pocos minutos los que pasaron hasta escuchar el sonido de la puerta abrirse. Un hombre alto de unos 40 años entra a la cafetería junto con una mujer de la misma edad. Me dirijo a ellos con mi mejor y más gentil cara.
Camila: buenos días, qué puedo ofrecerles? - el hombre me responde con una amable sonrisa, mientras que la mujer observa el menú que se encuentra en la pared, sobre mi cabeza, con atención. Tras unos pocos minutos, se deciden por dos cafés simples con leche descremada y un par de croissants rellenas de queso. Tomo su orden con precisión, mientras Oliver se encarga de cumplir sus deseos.
Así pasaron las horas. Clientes nuevos fueron llegando y otros se fueron yendo. Algunos inconvenientes con tarjetas de crédito a la hora de pagar, personas indecisas sobre sus órdenes, preguntas interminables sobre el menú del día, algunos cafés derramados y pasteles caídos, cosas normales en el día a día de la cafetería Manhattan's.
Pronto llegaron las 20:00. La avenida Madison comenzó a verse más tranquila, el sol se ocultó detrás de los edificios, y la cafetería quedó vacía. Tomé el cartel de la puerta y lo giré una vez más para que la palabra "cerrado" sea legible desde la calle.
Oliver: quién cierra hoy? - le pregunta a nuestra jefa.
Lauren: yo cerraré. - mientras acomoda algunas tazas. - puedes irte cuando termines de limpiar la cocina. - Oliver asiente y sigue con su labor en la cocina mientras que yo apilo las sillas en el frente del local.
Procedo a barrer el suelo una vez termino con mi anterior tarea. Busco la escoba y la pala en la cocina para luego volver al frente y comenzar con las barridas. La cafetería se encuentra en total silencio. Ha estado así desde que intenté hablar con Lauren, hace como dos semanas. Oliver y yo pensamos que con el tiempo todo iba a volver a la normalidad, pero por ahora no ha sucedido. No se que debería hacer, tal vez hablar con ella otra vez, o esperar un tiempo más. Ninguna opción me parece correcta.
Lauren: mierda! - se escucha un fuerte ruido detrás del mostrador.
Giro mi cabeza para ver unos ojos verdes estresados. Luego, la dueña de ellos, se agacha a recoger lo que sea que haya caído al suelo. Dejo lo que estoy haciendo para ayudarla.
Camila: uh! - una vez le doy la vuelta al mostrador, veo el piso cubierto de billetes y monedas, y a un costado, la caja registradora. - carajo. - de inmediato me agacho junto con Lauren para juntar el dinero.
Lauren: que torpe soy. - enojada.
Camila: tranquila, a todos nos pasa. - la consuelo con una sonrisa, la cual no notó debido a que en estos tiempos, es casi imposible que mi jefa levante la mirada del suelo. Después de unos segundos sin respuesta de su parte, dejo escapar un profundo suspiro.
Lauren: está bien así, puedes irte si quieres. - dice luego de haber juntado todos los billetes, mientras empieza a organizarlos en la caja registradora.
Camila: déjame ayudarte, tardarás siglos tú sola. - ordeno el dinero con ella.
Lauren: no hace falta, puedo sola. - insiste.
Me detengo un momento a observarla. ¿Qué diablos te pasa Lauren Jauregui? ¿Por qué actúas así? Suspiro, algo enfadada, y decido terminar con esta situación extraña en la que ambas fingimos que todo está bien.
Camila: no, Lauren. Voy a ayudarte. Y tú me vas a decir qué es lo que te pasa de una vez por todas. - afirmo, algo irritada. La ojiverde se detiene por un momento, pero no contesta. - háblame. - insisto, en un tono más suave, casi suplicando.
Lauren: no hay nada de qué hablar, no tengo nada que decirte, okey? - por primera vez en semanas, vuelve a mirarme a los ojos. Es en ese momento, cuando nuestras miradas se conectan, que me doy cuenta que me está mintiendo en la cara.
Camila: desde la fiesta de Oliver has estado actuando extraño. - digo preocupada. Lauren suspira, sabiendo que no hay forma de convencerme de que se encuentra bien. - es sobre lo que pasó en el baño, verdad? - mi voz suena suave. Lauren asiente mirando al suelo. - dime. - pongo mi mano en su hombro, consolándola. Lauren muerde su labio inferior. - Lauren... - tomo su mentón para que me mire y la observo cálidamente.
Lauren: no quiero comportarme así. - su voz suena como si estuviera al borde del llanto. - pero no puedo evitarlo. - se frunce de hombros mientras sorba su nariz. - quiero ser honesta contigo, Camila. - asiente con la cabeza, reafirmando lo dicho. Una pequeña y cálida sonrisa empática se forma en mis labios. Limpio sus lágrimas con mis pulgares. - nada de lo que dije aquella noche fue falso. - traga en seco. - sí, estaba ebria, pero sé muy bien lo que dije. - explica. Mi corazón se acelera y un pequeño brillo de ilusión se enciende en mis ojos. - pero tengo novio. - frunce los labios. El brillo en mis ojos se apaga tan rápido como se encendió. - y lo amo. - sus palabras impactan en mi pecho como golpizas. - no quiero lastimarlo. - mis ojos amenazan con liberar algunas lágrimas, pero hago lo posible por evitarlo. - entiendes? - ahora soy yo la que encuentra dificultad en mirarla a los ojos.
Camila: totalmente. - frunzo los labios y despejo mi garganta. - entiendo. - un par de lágrimas corren por mis mejillas. Rápidamente las remuevo con mis dedos, intentando disimularlo.
Lauren: Camila... - cuando nota que estoy llorando. - de verdad lo siento. - su voz suena como si fuera ella la del corazón roto.
Camila: está bien, de verdad. - lucho para evitar que caiga otra lágrima. - sabes? Olvide que hoy debía ir a... - siento la mirada de la ojiverde sobre mí. - debo irme. - dejo de esforzarme en inventar una excusa, tomo mis cosas y salgo por la puerta.
Silver.
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Avenida Madison - Camren -
FanfictionBienvenido a la Avenida Madison, una de las Avenidas más transitadas de Manhattan. Repleta de negocios, autos, ruido, gente. Camila Cabello es una de las cientos de personas que viven sobre esta alborotada calle. A lo largo de ella transcurre su vi...