C A P I T U L O 4

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- Relájate cariño, todo estará bien.- La voz dulce de una mujer se escuchó en la lejanía de la aturdida chica que yacía en aquella camilla de hospital.- Ya despertará.

- La violaron y golpearon como salvajes, mi amor.- La voz conocida de Bruce hizo que quisiera despertar de una buena vez pero su cansado cuerpo no se lo permitía.- Ni siquiera se sabe si la pequeña Nat podrá caminar de nuevo y a Vanya la dejaron despedazada por dentro.- Un escalofrío la recorrió por completo.

- Vanya está a punto de cumplir la mayoría de edad, ya saldrá de ahí.- Intentó tranquilizar aquella mujer mientras ponía su cálida y dulce mano sobre la de Vanya. Algo en ella despertó.

- ¿Pero y el resto de los niños? Debo resolver y despedir a quien sea necesario pero si Vanya no despierta no sucederá.- Aquejó el hombre.

Vanya lo vio como un buen momento para sacarle una sonrisa a ese hombre que desde siempre se ha preocupado por ella.

- Bruce.- Dijo ronca y tosió con la garganta seca mientras el hombre se acercó asustado a ella.- Para de lloriquear, no me dejas morir tranquila con tus dramas.- Dijo para luego abrir los ojos y sonreír al ver a esas dos personas con una enorme sonrisa y lágrimas en las mejillas.

- Vanya, despertaste.- Dijo el hombre, como tratándose de convencer a si mismo.

- No te librarás tan fácil de mi.- Burló ella.- ¿Donde está Nat?- Preguntó un poco más seria.

- En urgencias pediátricas.- Vanya no entendió pero tan solo asintió.- Le destrozaron la columna, Vanya.- Dijo el hombre, intentando que quella maravillosa guerrera le hablara sobre lo que pasó.

- Si hubiese sido ella la que llevaron a la habitación, ni siquiera estaría viva.- Escupió con dureza.- El cuarto de escobas es lo más indulgente que hay en ese maldito lugar.

- ¿Qué pasaba ahí dentro, Vanya?- Ella mantuvo el silencio.- Necesito que me digas para poder ayudar a los niños que quedaron ahí dentro.- Se lo pensó, ya viene siendo hora de que encarcelen a esos hijos de puta.

- ¿Recuerdas a Clarice y a Baxton?- Preguntó con la mirada perdida.

- Rezo por ellos todas las noches.- Contestó él.

- Ellos los mataron.- El corazón de Bruce se encogió.- Jugaban a la ruleta siempre que nos daban comida, Clarice llevaba meses sin comer... No lo resistió. A pesar de que le dije que era imposible saber qué plato estaba saboteado ella no me escuchó y se tomó esa asquerosa sopa.

- Por eso la muerte por envenenamiento.- Concluyó Bruce con la ira recorrer sus venas.

- Te vieron la cara todos estos años, Clarice no murió por un accidente con el veneno de ratas de la comida. Ellos siempre lo hacen; envenenan algunos platos y si tienes mala suerte te pasa lo que a Clarice. La mayoría llevamos sin comer desde hace tanto tiempo que no lo recordamos.- Explicó ella.

- ¿Y a Baxton?- Preguntó con voz ronca el abogado mientras su mujer acariciaba su espalda y ora para sus adentros por las almas de cada uno de los niños de ese lugar.- ¿Qué le pasó?

- Para ese entonces aún practicaba Ballet.- Dijo sonriendo con melancolía.- Estaba en nuestra habitación y él estaba en el patio de juegos con su hermano mayor. Los blancos llegaron y golpearon a Antonio, él intentó defenderlo y los blancos lo golpearon hasta matarlo.- Lágrimas recorrieron sus mejillas tras recordar a ese niño de tan solo seis años.- Una vez más te vieron la cara de imbécil y te hicieron creer que había escapado.- El sentimiento de culpa era insoportable.

- Vanya, cariño.- Llamó aquella dulce mujer.- ¿Bailabas Ballet?- Preguntó la mujer mientras de aligeraba el ambiente y su hombre se calmaba un poco.

- Mi madre estaba en el Ballet ruso antes de venir a USA, me enseñó muchas cosas. Cuando se fue seguí haciéndolo por un tiempo.- Explicó Vanya intentando no recordar a sus padres.

- Oh, tesoro, tengo una compañía de Ballet, creo que sí te recuperas podrías bailar con nosotras alguna vez.- La chica sonrió y se carcajeó ligeramente.

- Tal vez.- Dijo mordiendo su labio con ilusión.

- ¿Cómo conociste a mi hijo el día que te escapaste? ¿Él te ayudó?- Preguntó Bruce.

- Money solo me pagó un favor dándome algo de comer para Nat, no sabía nada sobre mi hasta que tú llegaste.- Explicó esa chica.

- Necesito que escribas tu testimonio para comenzar el caso contra Craig y sus compañeros; haré que se pudran en la cárcel.- Escupió Towers sacando de su portafolios papel y lápiz.- Ten.

Los nervios treparon sobre Vanya.

- Hay un problema, Bruce.- Dijo ella con el lápiz entre los dedos.

- ¿Qué sucede?- Cuestionó confundido.

- Es que me da vergüenza.- Dijo ella soltando el lápiz con frustración y lastimando las heridas que el cinturón había dejado en su cuerpo.

- ¿Qué cosa?

- Es que... Yo.- Se obligó a parar y a pensar bien las palabras.- No sé escribir.

El asombro en los esposos era notable, casi 18 años y nunca había aprendido a escribir.

- Si es así, imagino que tampoco leer o contar.

- Solo cuento hasta ocho.- Explicó ella avergonzada.

- Se supone que tienen horas a la semana de escuela y tareas, todos deberían saber aunque sea dividir.

- Nunca hemos tocado un libro o un cuaderno en nuestras vidas.- Dijo Vanya riendo para aligerar la vergüenza.

Un silencio se instaló en el lugar, el cual se vio obligada de romper aquella dulce mujer.

- Vanya, cariño.- La chica la miró.- Hay algo que debes saber.

- ¿Pasa algo?

- Bueno, verás; esos hombres que te lastimaron, fueron muy agresivos contigo. Lastimaron mucho tu... Flor.- Vanya enarcó la ceja al escuchar ese nombre tan infantil y divertido.- Lo que intento decir es que...- Mantuvo el silencio. No sabía cómo decirlo.

- No puedes tener hijos, Vanya.- Soltó Bruce.- No hay manera linda de decirlo.

Ella solo asintió. En parte no le afectaba tanto porque sabía bien que aún no tendría hijos... Aunque de igual manera ella quería tener alguien por quién vivir.

- Oh.- Alcanzó a decir. Era todo muy abrumador.- Está bien, supongo.

- Deberías descansar.- Dijo Bruce al ver la hora en su reloj de muñeca.

- ¿Cuando podré ver Nat?- Preguntó Vanya, casi en un susurro, mientras Bruce y su esposa se ponían de pie.

- Apenas te recuperes te llevaremos donde ella.- Asintió conforme.- Van.- La llamó Bruce.- No quiero dejarte sola aquí, así que hablaré con mi hijo para que te haga compañía al salir de la escuela y te enseñe a escribir y leer.- El ceño de Vanya se frunció y cuando estaba a punto de quejarse Towers la miró con seriedad.- Sigues siendo menor de edad, sigues bajo mi tutela y ya he tomado la decisión.

Y sin más, luego de un beso en la frente por parte de la señora Towers a Vanya, salieron dejando un frío triste en aquella chica tan blanca.

Caos PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora