III. Ti aspetterò

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But remember this
every other kiss
that you ever give
long as we both live
when you need the hand of another man
one you really can surrender with
I will wait for you
like I always do
There's something there
that can't compare with any other

Kissing a fool – George Michael

Mista iba bastante seguido a la casa de los Buccellati después de que comenzaron los besos y el caminar de la mano. Para Giorno, era el curso normal de las cosas, primero muestras de afecto, luego darle un nombre a la relación, ir a la casa de los padres y comenzar a trazar planes.

El abuelo Paolo seguía siendo desconfiado. Giorno lo entendía, seguramente el viejo creía que toda la historia con su hijo se repetiría en su nieto. Bruno había comenzado a trabajar también siendo adolescente. Había conocido a Leone Abbacchio cuando sólo tenía catorce y Leone dieciocho. Apenas había cumplido quince cuando se fue de la casa y se casó unos años después. En un contexto bastante similar, Giorno tenía dieciséis y Guido diecinueve. El abuelo se tiraba los pocos pelos que le quedaban cuando pensaba en que Giorno también haría lo mismo y que todo se parecía demasiado.

Sin embargo, el abuelo no contaba varias cosas en la ecuación. En primer lugar, Giorno y Bruno tenían personalidades muy diferentes. El rubio no era el tipo de adolescente rebelde, al contrario. Segundo, Giorno no tenía planes de irse de casa ni menos casarse, tenía otros intereses en la vida, y la idea de formar una familia con Guido no se asomaba ni por casualidad.

De todas maneras, Paolo debía reconocer que Guido Mista era un chico muy esforzado y humilde. De ninguna forma le transmitía la misma vibra de Leone Abbacchio, que toda la vida sería un patán ante sus ojos.

En el último tiempo, Paolo permitía cenas en su casa con una serie de invitados. Guido, Narancia, Fugo eran comensales habituales en el hogar Buccellati, y Bruno era el cocinero. Ninguno de ellos asistía gratuitamente, no porque los Buccellati les pidieran algo a cambio, sino porque consideraban que era apropiado ayudarles en la casa. Sabían que Paolo y Bruno trabajaban largas horas, y Giorno estudiaba y trabajaba, por lo que los chicos intentaban ayudar un montón en esa casa aunque nadie se los pidiera.

Mista disfrutaba de cooperar con Giorno en arreglar el jardín en el patio trasero, Fugo ayudaba a Paolo con el conteo de ganancias de la venta de pescado y Narancia era el ayudante de cocina de Bruno.

—Deben considerarte muy buen hijo en casa, Narancia

—Eh... eso espero, señor Buccellati— decía el muchachito, guantes de cocinero en ambas manos, mientras llevaba una fuente con lasaña de ricotta y pesto.

—Papá, por favor, Narancia en su casa no hace nada más que tirarse las bolas, no entiendo cómo acá es tan servicial

—No seas envidioso, Giorno – Bruno advirtió a su hijo, mientras Narancia gritaba un "¡oye!" que prometía un futuro desquite.

El muchachito dejó la comida en la mesa sobre una tabla y llamó a los demás a comer. Todos llegaron, con risas e infinita conversación, y eso era lo que más le encantaba a Bruno.

Si hubiese podido, habría adoptado a varios niños más, pero las cosas habían sido complicadas e injustas para él y Abbacchio. En primer lugar, un matrimonio homoparental no tenía derecho a adoptar. Si Bruno quería adoptar a un niño él estando solo, debía esperar a ser mayor de edad, por lo cual, tampoco podía. Llegaron a un arreglo con Leone antes de casarse: Leone adoptaría a Giorno siendo soltero, mediante el sistema de cuidado tutelar temporal, lo cual sí era legal. Luego, haría los trámites para quedarse definitivamente con el niño, y posteriormente, se casaría con Bruno. Así no podrían quitárselo, y la legislación los ampararía con sus vacíos legales.

Dove andranno i giorni e noi {MisGio | BruAbba | FugoNara}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora