Vi como le sonreía a Buddy quien le saltaba y le lamía la cara ni bien la conoció, sus ojos celestes brillaban como dos estrellas, dos perfectas estrellas que relucían en el firmamento oscuro que era el espacio mostrando esa belleza, ese misterio y esos secretos.
Bella era eso. La galaxia, mi galaxia.
- que hermoso eres pequeño- susurro y vi como ella le daba un beso en la cabeza de mi perro que se notaba emocionado y ansioso por que alguien le preste atención.
- Buddy ve afuera - él se alejó de la castaña mientras me hacía caso y se marchaba hacia el jardín. Podía ser un perro maravilloso y precioso, pero aún actuaba como un cachorro y cada mujer que pisaba esta casa, que fueron pocas, contando a mi prima, mis tías, mi madre y Pilar. Buddy siempre orinaba sintiendo el macho alfa queriendoles demostrar quién mandaba.
- Buddy es divino...- el susurró de Bella me hizo estremecer, ella no estaba tan lejos de mi y aún estando demasiado lejos, su sola presencia hacia que mi corazón bombardeara de una manera acelerada- disculpa que sea metiche pero que tipo de....
- Es callejero...- la interrumpi y al ver su rostro lleno de sorpresa solo sonreí, no me molesto aceptar los orígenes de mi compañero de vida.- ¿te sorprende?
- Si... bueno quiero decir, no. Yo... pensé que si tenías un perrito, no lo se... te juzgué mal.
Me reí y me acerqué un poco más hacia donde estaba ella, era como si yo fuera un metal y Bella un jodido imán, siempre atrayendome hacia donde estaba
- Todos pensaban que al ser un hombre con mucho dinero debería tener un perro de raza y educarlo de la mejor manera. Pero yo nunca me interesé en eso, hasta que un día volviendo de una cena de negocios hace tres años encontré un pequeño perrito al lado del arroyo muy mal herido, como si un camión lo hubiese pasado por encima.
Bufé con enojo al recordar cuando encontré a Buddy, estaba asustado y se notaba muy lastimado. No solo física sino emocionalmente.
- Lo arrope con mi saco al ver que tenía mucha sangre, llamé a un amigo que era veterinario y al instante fui a su consultorio. Le apliqué vacunas, tranquilizantes, lo curaron y me dijeron que lo lleve semanalmente para chequeos de sus avances.
Ambos nos sentamos en el sofá que estaba en el living mientras notaba como Bella me escuchaba atentamente. Me acerqué un poco más para sentir su calor, sentir ese aire tan dulce y tierno que me envuelve y me encanta. Esos ojos celestes que me vuelven loco. Todo en ella me fascina.
Levanté mi mano y le roce la mejilla mientras notaba como ella comenzaba a respirar con complicación pero aun así estaba quieta y sus preciosos ojos me miraban esperando algo más.
- Lo traje a mi casa, aquí, y lo alimente, lo bañé luego de unos días y le compré una cama. No quería que volvería a sentir miedo ni pavor de los humanos. No quería que me temería, quería un compañero, un amigo y alguien quien no importa si tenía dinero o no. Que siempre me mirara con los ojos del alma, no como si solo fuera algo reemplazable.
Noté al pequeño cachorro entrando a la sala, el me miró como si me hiciera burla y pasó a nuestro lado haciendo que ambos riamos. Esa es mi autoridad con esa bola de pelos.
- Eso es... hermoso- volvi mi mirada a esa expresión tan dulce, tan inocente, tan... tan de Bella. Que solo hace que pierda la cabeza.
- Vamos a comer cariño, la cita apenas comienza Mademoiselle - susurré viendo esa replandiente sonrisa en su rostro.
- espero que te guste..- susurré y cuando le destape los ojos noté como ella se quedó estancada en la estancia, su mirada no se apartó de la mesa y noté una bella sonrisa en su rostro.
- Esto...esto... es..
- Ratatouille - susurré en su oído y cuando ella volteó a verme noté en su mirada algo que me movió hasta el último cabello.
Amor.
No podía ser, ella no puede estar... No, me niego a creer esto. Solo debe ser una clara muestra de cariño o afecto. Eso debe ser.
-¿qué pasa?- le pregunté nervioso y ansioso por que ella me contará que sucedía.
- nada solo... - suspiro y caminó hacia la mesa mientras corría una silla para sentarse. La detuve a tiempo y Bella me miró como si estuviera loco, le empuje la silla hacia atrás ofreciéndole con amabilidad su lugar - Gracias caballero.
- De nada mi Lady - reimos y ambos nos sentamos para comenzar a comer, ella se notaba consternada pero había una melancolía en su mirada que no me era desapercibida - ibas a decirme que te sucede Bella.
- no es nada.- insisti con la mirada, y ella bufo tomando el tenedor para darle un bocado a su platillo - mi madre hace este tipo de comida para navidad o año nuevo. Creo que es eso es lo que me pasa.
- ¿la extrañas?- ella asintió y comió otra porción del plato, noté como saboreaba la cena, sus ojos se cerraron con delicadeza y me hizo moverme incómodo al notarla tan emocionada y exaltada con esto.
Es tan hermosa.
- demasiado. Mi madre es un tanto... dramática pero no es una mala persona, solo exagera algunas veces. - ella hablaba y yo quería saber más, más de su vida en Francia, de su familia, su niñez, hasta de su ex compromiso. De Bella quería saber hasta cuál era su mayor fobia.
- mi madre de niños recuerdo que nos obligaba a sonreír mucho, decía que no importa si estuviésemos triste o enojados. Que debíamos sonreír demostrando al mundo que apesar de estar destruidos podríamos levantarnos. - ambos empezamos a contarnos cosas importantes de nuestras familias perdiendo el tiempo, perdiendo el lugar y el momento en el que estábamos.
Solo eramos los dos.
Solo yo y mi Bella.
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Trató Señor.
RomanceMatthew Butler quiso fingir que su directora de diseñó era su amante. No sabía que hacer en ese momento pero luego lo supe. Nunca debí decir si.