6. Desa

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VERSIÓN BORRADOR ( EN LA VERSIÓN A LA VENTA HAY ALGUNOS CAMBIOS, ESCENAS EXTENDIDAS, EPÍLOGO Y UN EXTRA)


Me siento optimista una vez que Missy tiene su primer logro, más aun por la forma en la que comienza mi día. Riah no tiene idea de lo que provoca cuando me toca, es que es ¡Dios! Colosal, quizá lo sabe en realidad porque no me molesto en esconder mi afición hacia él, lo cierto es que como tampoco esconde la suya por mí, me siento en terreno seguro, así que me cambio bailando al son de una tonada en mi mente. Salgo a correr por el mismo parque que el día de la escena con el niño que tiene una mamámonstruo, una hora después regreso con el tiempo encima, me ducho, me pongo lo primero que encuentro; unos shorts, una blusa oscura y tenis blancos, un moño alto y listo.

Bajo de prisa, Awdry me observa intrigada.

—¿Desayunará?

—Sí, pero yo me lo hago. Gracias —respondo tomando una caja de cereal.

—Puedo prepararle lo que desee —revira, solícita. ¡Eh! Me detengo un segundo, seria.

—Cereal está bien. —Me acerca la leche, la observo y luego le agradezco con la cabeza.

—¿Desea saber qué se hará hoy de comer? —pregunta con cautela. Me meto una cucharada a la boca gimiendo por el delicioso sabor y es que aunque no son sanos, amo comerlos. Un secreto sucio es que cuando se acaban es porque yo me llevo la caja al estudio y mientras veo alguna serie me los como como si no hubiese un mañana. Luego la vuelvo a mirar.

—No, esta semana ya la tienes organizada. La siguiente solo muéstrame, no quiero interferir en lo tuyo, siempre y cuando no venga más espagueti blanco —refuto y como de nuevo.

—No lo habrá, señora —revira a unos pasos de mí. Asiento sonriendo.

—Gracias —respondo con la boca aun llena, pero más ligera.

...

Llego a la hora exacta, las cuerdas enseguida suenan, me dejo caer sobre la tierra y cierro los ojos, sonriente. No sé cuánto tiempo pasa así pero de pronto el silencio me obliga a abrirlos, soy consciente de la presencia de alguien y enseguida me percato de que está frente a mí. Me yergo de un salto, asustada. No tardo en ajustarme a la luz y notar que es el chico de la guitarra, está a un metro como mucho, con los brazos cruzados, inspeccionándome con sus ojos claros.

—Llevas tres días viniendo, y me pregunto... ¿eres una espía o algo raro? ¿Por qué te escondes? —dice con simpleza. Es un poco más alto que yo, delgado y se ve tan fresco. Sonrío al verme descubierta.

—¿Te espían por tocar guitarra? Nunca había escuchado nada parecido —refuto con suficiencia. Ríe.

—Ni yo, pero o es eso, o amas lo que toco.

—Creo que si te espiaran, tu ego no cabría en el reporte.

—¿Entonces no te gusta? —revira interesado, ladeando el rostro.

—No eres malo —contesto con sinceridad. Alza las cejas y se rasca la babilla rasurada.

—¿Sabes tocar? —pregunta al tiempo que se la quita de la espalda y me la tiende. No me da tiempo de nada porque ya la tengo en mis manos. Niego nerviosa, sin saber qué hacer, sin embargo, la toco y siento que mis yemas cosquillean—. Vaya, ¿hace cuánto tiempo que no usas una? —deduce intrigado.

—Yo... Debo irme —miento tendiéndosela. Niega cruzándose de brazos. Un sudor extraño me recorre, siento ansiedad, algo ruge en mi interior, mi sangre corre de forma rápida y mi pulso se siente disparado con tan solo sostenerla. No recordaba la sensación y me abruma tanto que mi garganta se seca.

Más de ti • LIBRO I, BILOGÍA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora