capítulo 02

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Punto de
Maldita sea no había señal.

¿De verdad Jessie, en estos momentos? No la encontré en ningun lado de la cabaña y me preocupe joder si que me preocupaba solía escaparse de la casa para ir a fantasear pero aquí era sumamente peligroso.

Luchaba por normalizar mi respiración. tenía muy mala condición.

Caminé de regreso a la cabaña, la preocupación me carcomía. Jessie era así desde pequeña, recuerdo la vez cuando ella se perdió después de que mamá la regañara.

Búscala -me ordenó mamá.

La busqué por todos lados, pero no la encontré, hasta que escuché unos sollozos y lloriqueos que venían desde el interior del armario.

Caminé hasta llegar a el, y ella estaba ahí. Lucía tan vulnerable.

Yo solo la abracé fuerte, le dije que todo estaría bien, pero siempre que se enojaba se ponía así. Supongo que algunas cosas no cambiaban, ella seguía huyendo.

Abrí la puerta de la cabaña, Agustín estaba ahí, entonces al ver mi cara preguntó–¿Qué pasa?

–Jessie se fue -la preocupación era obvia, maldita sea por qué había decidido abrir la boca.

–¿Qué? ¿A dónde? Me preguntó él preocupado.

–No lo sé, sólo salió corriendo. Ese no era precisamente el porqué.

–¿Se puede saber por qué? -preguntó con un tono acusatorio.
Mierda- pensé.

–Mencioné que mamá la abandonó.

Él resopló y soltó un insulto al aire.

–¿Qué tan lejos pudo haber ido? -preguntó.

–No creo que mucho, conociendola seguro se sentó detrás de un árbol a llorar.

Asintió.–¿Quieres ir a buscarla?

–Si.

Él tomó las llaves del coche.

–Bien, vamos.

Lo seguí hasta la salida intentando parecer tranquila, pero por dentro la preocupación me carcomía.

¿Y si se la tragó un oso?¿Si se cae y se mata? La duda me estaba matando. No era un secreto que estos bosques eran peligrosos.

Subí a la camioneta, Agustín la encendió, prendió luces y aceleró. Las calles no estaban pavimentadas lo único que podría haber aquí es una senda cubierta de piedras y llena de baches.

Nos adentramos por los angostos caminos que cortaban por el bosque. El lodo surgía por todo lugar que se mirase, pero la camioneta estaba bien.

Al frenar, encendí mi lámpara para iluminar donde pisabamos. Había caído la noche y estaba oscureciendo.​

Nos adentramos a buscarla, ¿Será que sí soy una mala hermana?

La buscamos un buen tiempo, casi por horas sin mucho éxito. Hasta que Agustín gritó.

–¡La encontré!

Caminé en su dirección hasta encontrarme con una Jessie de cara roja y ojos hinchados. Me senté en mis rodillas y le sobé la espalda, ella se apartó rápidamente.

Le llamé, le pedí que me dirigiera la vista, pero ella me ignoró.

–Hermana... Jess sólo mírame.

Noemí

El Secreto De Las Escaleras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora