«Olor»
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Hakuryuu se movía de arriba a abajo de aumenta rápida sobre el miembro de Ibuki en su lubricada entrada, ambos jadeaban de gozo, el albino de la banda negra no podía tener una mejor vista que ver a su Ryujin saltando sobre su miembro, era exquisito.
—Ibuki~
—¿Si bebé? Que bien te mueves –le nalgueo excitándose más al bicolor quien se agachó un poco disminuyendo la velocidad pero dando penetradas más profundas.
—Yo... me preocupa Kyousuke ...
De no ser por que su miembro en verdad tenía cabeza propia, hubiesen empezado de nuevo a calentarse; chasqueo la lengua mirando a otro lado sujetando las caderas ajenas —¿en serio? ¿En este momento se te ocurre hablar de él?
Asintió. Gimió fuerte, volvió al ritmo acelerado y profundo.
—Está algo... extraño...
—Dices que siempre es extraño, muévete así bebé...
—Se rumorea que está detrás de alguien –jadeaba en cada palabra.
En serio ¿habla de su amigo con su pareja mientras follaban?
Munemasa se alzó y tumbo boca abajo a Hakuryuu con el trasero elevado, volvió a introducir su miembro dentro del Ryujin y a embestir mientras tomaba entre su índice y pulgar una tetilla de color durazno del chico y a estimular.
Hakuryuu se aferró a las sabanas y se movía también pare sentir aún más el miembro de su amante —no quiero que le pase algo como la ultima...
—Kyousuke ~ –saltó sobre el Lican el Felin con una inquebrantable luz y vitalidad que cegaban a los seres oscuros.
Tras de ellos caminaba pasivamente Hyouga con las manos en los bolsillos. Los tres habían salido al cine, Taiyou toda la semana había visto a Tsurugi decaído por lo que hablando con Yukimura quedaron de acuerdo para llevarlo a distraer.
La escuela a veces podía ser un poco estresante los primeros días, aún que la verdad ya iban terminando el primer parcial.
Aquello más bien se debía a que el Lican no conseguía del todo lo que quería y eso era la atención del profesor Shuuya, quien le ayudaba siempre en sus llegadas tardes interviniendo por el con los maestros.
No entendía el por qué de sus intenciones si no era por buscar algún pago, uno que en verdad Kyousuke quería darlo con gusto.
Se perdía en esos ojos oscuros cual chocolate derretido, esa piel morena que se dejaba ver al dejarse descubierto un poco la parte del cuello, aquellos labios al hablar.
Gimió, algo que no pasó de ser percibido por Amemiya, no era un gemido de cansancio por llevar su peso, sino era uno que conocía bien.
Sonrío y bajo de Tsurugi —¿alguien está... entrando en celo?
—No molestes, subiste de peso.
—Aja... no creo que el peso nos afecte siendo lo que somos Kyou~
—Que molesto...
—Y ¿ya tienes a alguien con quien pasarlo?
—Amemiya –riño a unos pasos Yukimura haciendo que el otro se encogiera en hombros —te acompañaremos a casa, llamaré a tu hermano.
Hayato no perdía de vista a Masaki, quien sabía de las miradas furtivas a su persona por parte del moreno, y eso le gusta.
Una chica de cabello y ojos azules: Aoi Sorano, una Mellifer reina. Teniabun basto grupo de "amigos" o más bien abejas obreras a su mando, al líder del club de cocina, le encantaba lo dulce y siempre tenían flores.
Una chica amable, amistosa, una joven ejemplar a seguir. Más no todo es rosa y brillante, no es total felicidad y dulzura.
Hayato era el punto crítico entre Masaki y Aoi, sabiendo la Mellifer que aquel líder vándalo poseía el aroma de Masaki, ella no se rendiría, se acercaba al moreno sin miedo y con su risueña mascara se ganó la amistad del otro.
Gruño de dolor, la fuerza de Kariya en verdad era descomunal, suerte que no uso toda ella; le miro a los ojos, Masaki estaba enojado.