❀No puedes comprar mi amor✿

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A mí no me importa demasiado el dinero
Porque el dinero no puede comprarme amor

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Nuevo día. Solo eran as seis de la mañana y Sakura  ya tenía listo su bolso, ya había tomado un baño, vestido e incluso le dio tiempo de aplicar un poco de maquillaje en su rostro. Salió cautelosamente de su casa para no despertar a su padre, en los últimos días se había estado sintiendo muy cansado y por fin había logrado conciliar el sueño de manera continua en la noche.

Esperaba en la parada del autobús. Al subir la conductora saludó alegre a la chica.

—Hola, Sakura. —dijo una mujer castaña y de unos treinta años.

—¡Buenos días!  —respondió sonriente y dejando las monedas para tener su boleto.

Se sentó en la parte de en medio del autobús junto a la ventana. Adoraba ese lado, siempre podía ver la ciudad, los carros, el cielo y a las personas. Cada día veía algo diferente. Ayer un chico perseguía a su perro; el día anterior un hombre iba de la mano de su esposa al parque; la semana pasada una mujer ayudaba a cruzar la calle a un anciano. Todo eso le llenaba de ánimo para el trabajo.

El transporte paró unas calles antes y bajó agradeciendo y despidiéndose de la conductora. Caminó con calma, muchas de las personas la saludaba porque la veían diario. Paró en la florería del señor Ki.

—La flor más bella ha llegado. —dijo adulante y la chica sonrió.

—Muy lindo día, ¿cierto? —ambos asintieron y la pelirrosa se adentró al lugar echando un vistazo a todas las flores buscando una que le gustara.

—¿Cuál será la de hoy? —preguntó prestándole atención. El lunes había llevado una rosa, el martes un girasol, el miércoles un tulipán y hoy probablemente llevaría una margarita. Amaba las margaritas. El señor Ki cortó el tallo y tras pagarle salió del establecimiento para caminar una calle más y llegar a la oficina.

Saludó en recepción. Marcó su cartilla de llegada y pasó por un café con leche. Subió al sexto piso y entró a su oficina: dejó la flor en un jarrón junto a las demás y encendió su computador para comenzar con el papeleo. Después de leer cientos de correos logró imprimir una buena tanda y las organizó por color en su carrito.

Se desplazaba con facilidad a lo largo y ancho del piso. Jueves era un día difícil porque todos ya ansiaban el viernes para poder descansar, sin embargo nadie perdía la oportunidad de hablar con Sakura para ser contagiados un poco de su ánimo.

La pelirrosa caminó dejando otros papeles y algo en la entrada captó su atención. Sasuke estaba ahí de nuevo, y parecía tener peor cara que la del día anterior, aunque no estaba segura si era por otro pleito con su padre o por no dormir correctamente. Vio como caminó de mala gana entre los empleados y se encerró en la oficina del jefe.

Tenía ganas de hablar con él, en realidad se ve más malo de lo que en realidad es. Para ella era el tipo de persona que tienes que demostrarle interés para que tengan el mismo afecto. Algo un poco egoísta, pero justificable en su caso. 

Volvió a su oficina y comenzó a ordenar un poco el desastre en su oficina: cambió el agua a  sus flores, aspiró al alfombra, tiró papeles que ya no servían y vació el bote de basura, también colgó una pintura nueva en un espacio de pared libre. Sus dibujos no eran la gran cosa, pero el encantaba poner cada vez más color en su espacio personal.

Escuchó la puerta y se giró para ver a la señora Akiko, secretaria personal de presidencia.

—Buenos días. —dijo cordialmente— ¿Se le ofrece algo?

Sakura 》SasusakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora