Fue rápido, mucho más de lo que esperaba, a decir verdad.
El horizonte que tenía frente a sus ojos se convirtió de pronto en un túnel del cual no parecía haber término alguno.
No tuvo tiempo ni siquiera de atraer sus momentos más felices, pues antes de siquiera poder hacerlo la vida ya se le había ido.
Luz cegadora fue la que apareció al final, tan espléndida como la del sol cuando lo miraba directamente.
Nada había servido.
Lo supo en aquel momento en que la brisa choco contra su superficie.
Ni sus temores, los cuales ahora no eran más que situaciones absurdas, o las acciones que la habían conducido hasta allí.
El abrazo de su hermano mayor, la risa de sus padres, todo eso se fue deteriorando hasta desaparecer por completo.
No recordaba su nombre, mucho menos quién había sido.
En ese momento la crisálida se abrió y de ella la vida emergió.
Del color azul celeste, cómo los ojos que alguna vez había tenido, sus alas se extendieron.
Era tan bella y frágil, justo como lo había sido ella sin ahora saberlo.
La oscuridad de la noche no le aterró, pues la luz de la luna la iluminó por completo.
Sin perderla de vista, aleteó y siguió aquella brillantez, alejándose entonces del desastre por el que había nacido.
Ahora solo era un vástago de otra vida.
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Vástago de otra vida
Short StoryPorque la vida, fue, es y volverá a ser siempre vida. || Capítulo Único ||