Capitulo 2 (Editado)

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Capítulo 2




Maya repitió una y otra vez la frase. Su cabeza empezó a dar vueltas al escuchar lo que decía o mejor dicho la manera en que lo había comentado.
¿Puede una persona cambiar tan radicalmente? Claramente él lo había hecho, pero ¿en qué momento?
Se preguntó sin saber si quería una respuesta. Ella también había cambiado estaba claro, pero ese hombre estaba irreconocible. Empezando por su voz completamente diferente y sumamente autoritaria, su manera de vestir tan elegante y sobre todo su forma de mirarla. En el pasado jamás imaginó que él sería capaz de observarla con tanta molestia, como si la repudiara o su sola presencia le causara asco. Todo era diferente en ese presente, frente a ella se encontraba un total extraño.

—La señorita Fernández trabaja para mí desde hace un tiempo ya. —comentó Marcelo con voz sería haciendo que el hombre volteara en su dirección. —Pero le buscaré una secretaria para mañana mismo a primera hora no tiene de que preocuparse.

Una tensión sumamente incomoda se sentía en el ambiente. Mientras que Maya por su parte luchaba con la presión escandalosa que sentía en ese momento. Como si de repente todo eso que creías haber dejado atrás la alcanzará y superará cerrando el paso para poder gritarle algo. Era imposible de creer todo lo que estaba pasando en tan poco tiempo, tanto así que creyó firmemente que de un sueño se trataba.

—No. —dijo de pronto el hombre sin expresión alguna sacándola de sus pensamientos. Sus ojos no dejaban de estudiarse, era una batalla de miradas que aparentemente ninguno de los dos tenía intenciones de perder. —Ella será mía.

Hablaba con amargura, con odio y sobre todo con mucha seguridad.

—Cualquiera... —comenzó el hombre con intenciones claras de hacerlo cambiar de opinión.

—Padre. —Henry lo interrumpió levemente al ver la severidad con la que su futuro inversionista hablaba. —No veo ningún problema me parece bien que tenga una secretaria que ya conozca la empresa. ¿Tienes algún problema tú, Maya?

La mujer abrió la boca para contestar, pero cambió de opinión en seguida y la cerró, sin apartar la vista en ningún momento de aquellos ojos azules. Los de ella estaban tan abiertos que le daban aspecto de animalito asustado, sin embargo, muy en sus adentros no estaba del todo asustada. A decir verdad, estaba ahogada en los recuerdos que compartía con ese hombre irreconocible que se encontraba frente a ella, sin embargo, por mucho que él estuviera apuñalándola con la mirada no sentía temor del todo.

—Le hicieron una pregunta, señorita. —había dicho cada palabra con tanto odio que simplemente no pudo decir nada en respuesta. Su tono de voz la había dejado helada. —¿Acaso no puede responder algo tan simple? —se burló el hombre sin cambiar la expresión de su rostro y sin llegar apartar los ojos de ella en ningún momento.

Eso hizo que algo en sus adentro reaccionara de pronto con una seguridad impresionante.

—No tengo ningún problema. —dijo luego de regalarle una sonrisa, que sabía que había sido más para ella misma que para el hombre en su delante el cual parecía querer asesinarla con la mirada.

Hubo una reacción de su parte ante su respuesta y su pecho se llenó de satisfacción al verlo molestarse aún más con su actitud o quizás fue por haberla escuchado hablar con la seguridad que lo había hecho, no lo supo en realidad.

—Bien, entonces podemos cenar. ¿Debes de estar cansado del vuelo? —Marielena saltó luego de tan incómodo momento intentando cambiar un poco la sensación pesada que se sentía en el ambiente.

Punto débil © (Nueva Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora