31.- Pérdida

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La pelea mantenía ocupados a todos en una sangrienta tarde, con varios muertos y múltiples heridos, el bosque estaba manchado de sangre.

Zerkanya estaba herida emocionalmente, especialmente después de saber que la mayoría de sus compañeros había muerto en batalla, pero siguió defendiéndose, aún le quedaba fuerza para seguir luchando.

—Cariño, ve a tu izquierda, yo puedo sola, ayuda a los otros —Dratør obedeció y venció al último para dirigirse a su izquierda y ayudar a un lobo que parecía estar perdiendo, al ayudarlo se dio cuenta de que Iscán estaba cerca, por suerte logró bloquear su ataque con su lanza, ahora ellos se enfrentaban.

—Yo era tu amigo, era tu hermano, Iscán, ¿Por qué haces esto? —le preguntó mientras bloqueaba otro ataque.

—Siempre te consideré mi hermano, Drat, pero luego te enamoraste de ella y todo cambió, desde que pusiste tus ojos en Zerkanya te odié, porque, después de todo, el que la ayudó fuiste tú.

*****

—Te llamaré Valravn —el pequeño pelinegro sonrió mientras la ayudaba a levantarse, por alguna razón Zerkanya permitió el contacto con él, algo en ese niño le parecía interesante.

—Tenemos que irnos, Drat, gracias por invitarnos —los castaños se despidieron de él y se transformaron en zorros para retirarse, mientras tanto un nuevo niño rubio se acercó con curiosidad hacia los dos.

—¿Quién es ella? —preguntó parándose frente a la pelirroja.

—No sé su nombre, la apodé Valravn —respondió, el otro le sonrió pensando en lo bonita que era. Zerkanya hizo una seña para indicar que tenía que irse, se dirigió al muro con ambos chicos detrás de ella.

—¿Quieres que te ayude? —preguntó Iscán y le tomó la mano, ella se sobresaltó y emitió un chillido soltándose con brusquedad, asustándolos a ambos.

—¿No quieres que él te toque?, ¿Yo puedo ayudarte? —ella bajó un poco la mirada, Dratør se acercó lentamente y le sujetó la mano, Zerkanya pareció no incomodarse y le agradeció con la mirada, él la ayudó a subir las cajas para que alcanzara a saltar el muro, ambos subieron y se sentaron en el borde, Zerkanya subió a la rama de un árbol del otro lado, se despidieron con la mano pero antes de que Dratør se fuera ella se acercó un poco a él.

—Zerkanya —pronunció tímidamente.

—¿Es tu nombre?, gracias por decirme lo, igualmente te seguiré llamando Valravn, tu identidad está a salvo conmigo —le sonrió y bajó, Zerkanya se sorprendió con su respuesta y sonrió antes de bajar y también irse.

Mientras aquellos dos forjaban un lazo, Iscán observaba a Dratør con rabia, su sentido egoísta le decía que Zerkanya debía ser sólo para él y que Dratør era un obstáculo en su camino.

***

—Ella te eligió y yo no puedo permitir eso, no puedo resistir verlos a los dos siendo felices, no quiero ni imaginar que ustedes estarán juntos toda su vida, así que necesito acabar contigo primero —ahora atacaba frenéticamente, Dratør estaba comenzando a cansarse y su lanza estaba desgastada al frenar tantos golpes de su espada.

—¡Papi! —una voz lo alertó, volteó un momento y logró ver a Kitra, unos soldados la tenían atada, la niña gritaba y lloraba por ayuda, la distracción fue suficiente para Iscán, quien aprovechó la situación para patear la lanza y que esta cayera al suelo, Dratør la intentó recuperar pero la espada de Iscán fue más rápida, le rasgó profundamente el pecho incluso a través de la armadura, sin poder hacer nada cayó al suelo completamente débil. Anuk observó con horror la escena y a causa de su propia distracción uno de los soldados logró asesinarla también.

—¡Dratør! —Zerkanya se acercó esquivando a todos y al llegar utilizó su magia para crear un escudo alrededor de los dos, Iscán lo intentaba atravesar pero era inútil, prefirió dejarla sufrir por su amado y esperar.

—¡Amor, no!, ¡No puedes hacerme esto!, ¡Resiste! —ella comenzó a llorar, Dratør le tomó la mano.

—Tienes que luchar, por mí, derrótalo —ella negó varias veces, su corazón no resistía, las lágrimas se deslizaban cual río por sus mejillas, su cara mostraba todo su dolor.

—No, no morirás, voy a curarte —tartamudeó por el llanto e intentó usar magia para curarlo, la herida era muy grave y la hemorragia le impedía sanar, ella lo intentó muchas veces con desesperación, gritando para que se salvara.

—Basta, déjame morir —nuevamente le repitió que no podía, no quería dejarlo morir, no lo aceptaría tan fácil, él retiró su anillo y se lo entregó.

—No voy a dejar que —la interrumpió tomándola de la mejilla para acercarla a él y besarla, ella correspondió su beso, se negaba a dejarlo morir pero en definitiva sabía que esa era la despedida, no se separó de él hasta que sintió su mano caer, entonces al separarse se topó con la cruda verdad, su amado, su esposo y compañero ahora estaba muerto.

—Te amo —pronunció en un sollozo y apretó con fuerza el anillo en su mano.

Lentamente con el paso de los minutos su llanto se fue disipando para dar lugar a un sentimiento peor; la ira. Respiró profundamente y se levantó, giró buscando con la mirada a Iscán quien la esperaba afuera del escudo, ella sonrió de lado y con un movimiento deshizo el escudo provocando una onda de expansión que alejó a todos de ella.

—En nombre de los dioses pagarás por lo que hiciste —vociferó señalando con su espada a Iscán, las llamas le invadieron el cuerpo.

—No podrás contra mí, eres fuerte pero te falta carácter —ella rió sonoramente.

—Tengo algo que se llama determinación, y es suficiente para asesinarte —corrió hacia él con espada en mano, esperando terminar con la batalla y vengar a sus amigos y a su esposo.

Mientras ellos luchaban Alexandrya llegó para ayudar, se sintió mal por sentirse aliviada al ver el cuerpo de Dratør en el suelo, aunque sabía que Zerkanya le guardaría luto a Dratør por un tiempo se dispuso a conquistar a Zerkanya a como diera lugar. Alex no pudo hacer mucho pues ya casi todos estaban muertos, los sobrevivientes de la tribu de los Skitnú lloraban sus pérdidas, había una mujer gritándoles monstruos mientras cargaba el cuerpo de una pequeña niña que parecía estar muerta, intentó recordar por qué la niña le parecía conocida hasta que recordó que aquella niña era la que había entregado el anillo en la boda, sintió pena por ella, en efecto solo era una pequeña y quien hubiera tenido el corazón para asesinarla era sin duda un monstruo. Hasta ese momento el bosque seguía en llamas y los arboles caían hechos cenizas, la sangre pintaba el escenario y los cuerpos se volvían parte de él, el rastro de muerte inundaba todo el lugar dejando un aura desagradable. Al caminar pudo ir reconociendo uno a uno los cadáveres, todos los amigos de Zerkanya, su mejor amiga Valeria también estaba ahí, pudo tomarse unos momentos para llorar, ese era el peor día en la historia de ambas manadas, ahora no quedaba casi nadie que pudiera reparar el terreno así que el campo de batalla seguramente quedaría ahí permanentemente marcado como cementerio. 










Zerkanya y la rebelión de Varthrân【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora