XXII

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Una semana.

Una semana sin saber absolutamente nada de Joel. Una semana en la que no respondió ni una sola de mis llamadas. Una semana en la que no pude dormir pensando en él. Todos los días despertaba revisando el teléfono celular, esperando encontrar una llamada perdida de él, pero no había absolutamente nada.

No iba a rogarle. Lo amaba, pero si él no quería saber de mí, no iba a ir a buscarlo.

Pensaba que, tal vez, con el paso de los días, él querría verme. Sabía que se enojaría, pero nunca imaginé la magnitud de lo que pasaría.

¿Tanto odiaba a su padre?, aparentemente sí.

Los exámenes finales no podían haber llegado en peor momento.

No tenía cabeza para estudiar, y ni siquiera me importaba hacerlo. Lizeth había intentado animarme y lo agradecía, pero era imposible.

No podía quitarme de la mente la expresión decepcionada de Joel.

¡Una maldita y jodida semana!, ¿Tan poco le importaba?, ¿Tan poco valía lo que sentía?, ¿Su orgullo era tan grande?...

Cerré los ojos intentando apagar el ardor que sentía por las lágrimas contenidas. La mano de Lizeth sobre la mía me hizo reaccionar.

Alcé la vista y la miré. Una sonrisa triste surcaba su rostro y me quité uno de los audífonos que tenía puestos.

— ¿Cómo te encuentras? —preguntó, sentándose en el asiento frente a mí.

Me encogí de hombros intentando restarle importancia al nudo dentro de mi pecho.

Lizeth suspiró pesadamente. —Es un idiota. —espetó.

Una sonrisa dolorosa cruzó mi rostro y dije —Es MI idiota.

Lizeth suspiró una vez más.

— ¿No te ha llamado?

—No.

— ¿Ni ha respondido tus llamadas?

—No.

Lizeth enmudeció. Sabía que no tenía idea de qué decirme y ella nunca se quedaba sin palabras.

— ¿Cómo va todo con Erick? —dije, intentando cambiar de tema.

—Bien. Iremos ésta noche a bailar, ¿Quieres venir? —me invitó Lizeth.

Una sonrisa triste me asaltó.

No tenía intenciones de salir a divertirme; al día siguiente era mi día de descanso en el trabajo, pero aún así, no quería hacer nada más que llegar a casa y revolcarme en mi propia miseria y hasta sentirme un completo cerdo estúpido.

—Gracias, pero creo que paso. —dije mirando al suelo.

Todas mis noches, de hacía una semana hacia acá, se resumían a eso: comer, lamentarme, y llorar hasta quedarme dormida.

— ¡No digas tonterías!, Erick no invitará a Joel, yo me encargo. Necesitas salir, ya te has revolcado en tu dolor por una semana, no puedes seguir así. —me reprendió.

— ¡Claro que puedo!, ¡Mírame!, ¡Lo estoy haciendo ahora mismo! —chillé mientras intentaba ponerme de vuelta mi audífono.

— ¡Sin estupideces!, ¡Vas a ir conmigo a bailar y te vas a divertir! —me dijo, sosteniendo mi mano lejos de mi oreja.

Tras casi cuatro horas de Lizeth rogándome que la acompañara, accedí, sólo porque sabía que no me dejaría en paz si no lo hacía. Tenía que ir y acabar con sus intenciones de ayudar.

Though I can't see you- Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora