El pincel se desliza delicadamente sobre el papel, los trazos fluyen con la misma vivacidad que lo hace el agua en un río. Cómo si fuera movido por el viento de origen divino su mano traza con maestría cada delicada pintura.
Los bellos paisajes de arroyos interminables y montañas nubosas que crean sus manos adornan los salones del palacio real y los templos más importantes del reino.En toda China no hay pintor más excepcional que Lan XiChen.
Su hermano menor, Lan WangJi, lo observa de soslayo mientras lee un libro de poesía. Desde que comenzó a pintar hace muchos años él ha sido su fuente de inspiración, la musa que guía su pincel.
Ambos habían sido criados por su tío Lan QiRen después de la muerte de sus padres. Al ser un funcionario del gobierno poseía tierras y riqueza que le permitieron enviar a sus sobrinos a estudiar a las mejores escuelas.
—He terminado — un murmullo rompe el apacible silencio dentro de la habitación llena de libros dentro de la que ambos se encontraban.
Guardando el porte solemne que le caracterizaba, Lan WangJi se levantó en silencio y caminó en dirección a la mesa sobre la que pintaba su hermano. Observó con detenimiento durante un par de minutos, tomando su tiempo de apreciar cada trazo y los colores que componían aquel bello cuadro.
Un templo en las montañas rodeado de árboles y niebla.
La mano de Lan WangJi se posó sobre el hombro de Lan XiChen, este levantó la mirada para encontrarse con dos bellos trozos de ámbar que lo miraban con el ímpetu del pasar del tiempo cristalizado en un sólo instante.
La complicidad estaba escrita en su rostro y Lan XiChen podía leerlo a la perfección, la comunicación entre ellos desafiaba a todo que se pudiera expresar con palabras, su conexión iba más lejos de lo habitual.
No necesitaba pago, o cualquier premio más que el de una caricia sobre su mano, los dedos entrelazados convirtiéndose en una invitación para dar una caminata por el jardín. Compartir un momento de intimidad sólo para los dos.
Desde jóvenes había sido así, compartiendo un amor silencioso, negándose a traspasar las fronteras de aquello considerado moralmente correcto. Sin atreverse a preguntar ambos vivían en la mudez de los sentimientos que guardaban tan recelosamente por temor a dañar a su amado hermano.
Los pasos lentos y una caricia sobre el dorso de la mano eran el límite puesto por Lan XiChen, por más que lo deseara no se atrevería a ir más lejos.
Durante un buen rato caminaron, platicando sobre poesía. La poesía era la pasión del menor de los Lan y la fuente de inspiración del mayor. Sus charlas carecían de frivolidad, por lo que podían pasar horas hablando sobre un tema que a ambos atrajera en común o simplemente caminar en silencio.
Así se pasó la tarde, y la noche pronto llegó. Con pesar, ambos hermanos tuvieron que tomar cada uno su propio camino. Un beso en la mejilla sería el motor de los sueños más dulces durante la noche que les aguardaba.
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Por mandato del Emperador recibió un importante encargo, pintar el retrato de las concubinas con las que compartirá el lecho. Los rumores dictaban que la más hermosa será la que se convertirá en emperatriz.
La decisión correrá a manos del pintor encargado de presentarle a su futura esposa
Retrato tras retrato debía plasmar las más bellas flores, el más vasto jardín debía ser formado para el magnánimo soberano.
Sin embargo a mitad del trabajo no pudo pintar más, por más bellas que fueran las exuberantes mujeres se sentía incapaz de plasmar sus rasgos, por lo que terminaba trazando dos líneas cruzadas cargadas de tinta sobre el papel para que nadie fuera capaz de ver su deshonra.
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Retrato de un Anhelo (Lancest)
FanfictionLan XiChen es uno de los pintores más afamados de toda China, por lo que el Emperador le pide que pinte el retrato de sus concubinas. Sin embargo a mitad del trabajo pierde la inspiración y no puede pintar más por lo que vuelve a casa con la esperan...