Se acabó el ser buena onda

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El regreso a casa fue un poco depresivo, pero no iba a enfadarse, ni mucho menos. El pueblo había decidido, y él apoyaba esa decisión. Pero se sentía traicionado, como si fuese un objeto de usar y tirar. Y aún así, no sabía con certeza qué objeto era.

Estaba delante de casa, aún con la mirada baja. Sacó su teléfono del bolsillo, y se metió a mirar las redes del fandom. Era el único que había decidido hacer caso a esa gente que apoyaba a todos en el pueblo de Karmaland. Era cierto que se enteraban de lo que pasaba sin que ellos mismos se diesen cuenta, pero eran buena gente.

La mayoría de mensajes eran de apoyo a su persona por la pérdida de la alcaldía. Sonrió. No sabía que haría sin esa gente animándolo constantemente.

Sintió algo a sus espaldas, moviéndose, así que se giró y sacó la espada. Apuntaba a la misma nada. Empezó a pensar que eran imaginaciones suyas. Tal vez su recién iniciada depresión ya le estaba haciendo estragos. Volvió a intentar entrar en casa, pero esta vez no era algo moviéndose lo que sintió, sino una mano en su hombro. Se giró, para encontrarse con un individuo encapuchado. No se le veía absolutamente nada, ni siquiera las piernas o los brazos. Todo estaba oculto tras una gran capa blanca.

— ¿Quien eres? ¿Qué quieres? -preguntó un poco asustado.
— La verdadera pregunta es, ¿qué quieres tú? -su voz era mucho más suave de lo que Luzu esperaba. Era cálida y amable, pero tenía un tono un poco severo.
— Yo... ya no lo sé.
— Sí lo sabes, pero no sabes si es lo correcto. Has dejado que la gente te manipule. Eso es lo que ha hecho que las cosas sean como son ahora -el desconocido seguía en su sitio para la vista del castaño, pero se estaba moviendo hacia él, de una manera muy sutil.
— ¿A dónde quiere llegar con todo esto?
— Tienes el potencial para controlarlo todo, y ellos tenían miedo de ese potencial. ¿Por qué crees que Willy fue el único en votarte? -no podía ver su mirada, pero la notaba muy severa, aún sin saber como-. Intenta responder a eso, teniendo en cuenta todo lo que te han hecho, y lo que tú les has hecho a ellos.
— Pe-pero... estoy seguro que...
— ¿Qué eso no tiene nada que ver? Muy equivocado estás. Pero las cosas pueden cambiar -cuando Luzu se quiso dar cuenta, el desconocido estaba a centímetros de él. Pudo verle los ojos, que eran rojos y azules. Heterocromía, pensó-. Yo tengo el poder para cambiar las cosas. Es cosa tuya el aceptarlo.

El desconocido dio un paso atrás, y con sus manos creó una bola negra brillante. Luzu se impresionó, pero no por el acto del encapuchado, sino por sus manos. Eran unas patas naranjas. No sabía si eran de perro, de zorro o de algo parecido, pero sí sabía que ese quien tenía delante no era humano. Tal vez Rubius sepa algo. No estaba seguro, y tampoco quería estarlo.

— Tú querías la alcaldía, y esto te lo puede dar. Y no te preocupes, no es saboteo ni nada, es solo una pequeña ayuda.

Se dio la vuelta, corrió, y saltó para irse. Luzu corrió para intentar pillarlo, para obtener más información, pero cuando llegó al lugar del salto, ya no había nadie. Se había desvanecido como el polvo en un día de viento. Volvió la mirada al orbe negro, que seguía flotando donde el desconocido la había dejado.

La tentación era muy alta, pero no quería hacer daño a nadie. Él sabía que era demasiado bueno para aquel pueblo, pero le gustaba ser así. Y ahora... Tenía la opción de cambiar las cosas. Lo iba a hacer. Era que ellos le utilizasen o ser él el que metiese el miedo a la gente. Tenía claro que solo Willy y Rubius se salvarían. ¿Por qué? Porque uno le había votado, y porque el otro, cuando se dieron los resultados, quiso cambiar su voto. Lo tenía muy claro.

— Se acabó. Ya no seré el Luzu bueno que todos conocen.

Y agarró la esfera, dejando que su energía se introdujese en si mismo. Se sentía muy bien, se sentía diferente. Le gustaba. Abrió los ojos, dejando ver unos muy claros, prácticamente blancos. Ahora iba a por todos aquellos que no confiasen en él. Iba a ser malo, y eso le encantaba.

Mientras aquel nuevo Luzu entraba en su hogar para planear su primer ataque, el encapuchado saltó del tejado. Se había transportado ahí inmediatamente después de tocar el suelo. Quería ver si Luzu aceptaba su regalo. Se quitó la capucha. Una sonrisa salió de su boca, dejando ver sus colmillos de zorro. Sus ojos, rojo y azul, no se quitaban de las ventanas. Su pelo era una extraña fusión del del oso y el del amante del morado, pero tenía las puntas azuladas.

Marchó en dirección a la salida, divisando a otro al lado de las escaleras. Llevaba una armadura negra con toques verdes, y una gran esmeralda en el centro. Quitó la visera verde de su casco, y le miró con sus ojos marrones. Le estaba esperando.

— ¿Contento?
— Mucho, a decir verdad. Las cosas serán más divertidas de ahora en adelante. Pero dejémonos de charla Staxx, tenemos que irnos. Como Willy te vea... Eso sí sería divertido.
— ¿Por qué tengo que ir contigo siempre? ¿Me lo podrías recordar?
— Hicimos un trato. Yo protegía a Alex, y tú irías conmigo a todos lados. Tampoco es tan complicado. Admite que servir a un semidiós es genial.
— Vete a la mierda.

Y ambos se marcharon del lugar, sin que nadie ni nada viese nada. El zorro estaba contento, muy contento. Se iba a liar parda. Era un poco salseante, y eso le encantaba.



Diseño e idea de Evil!Luzu by all_of_saku
Zorro extraño (llamado Multi) by Patatita_Frita

Vende tu alma, pero añade el IVA [Karmaland]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora