ÚNICO

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Miraba hacia adelante, en un punto fijo, sin pensar en algo. Su cabello de vez en cuanto se movía gracias al viento, pero aun así no dejaba de mirar al frente.

—¿Te sientes cómodo cariño? —una enfermera se acercó a él y se sentó al otro extremo de la banca mientras lo veía con dulzura.

El joven asintió con la cabeza levemente, sin apartar su mirada del frente. La joven enfermera la miraba con curiosidad ¿Qué tanto veía?, movió su rostro a la misma dirección del chico y lo único que se podía ver era el resto del jardín y como unas nubes grises comenzaban a formarse. Frunció el ceño al no encontrarle sentido a la vista, pero prefirió no preguntar, después de todo, no debía perturbar a los pacientes.

—Dime si necesitas algo. Estaré cerca —se levantó del asiento y después de mirarlo nuevamente, caminó en dirección contraria a la que el chico veía.

El aludido suspiró minutos después de que Noora se fuera. Cerró los ojos para tratar de calmarse. Odiaba tanto lo hipócrita que podía llegar a ser esa mujer. "Estaré cerca" tonterías, era obvio que ella y unos cuántos más lo tenían vigilado desde el momento que salió al patio. Si se movía, lo más probable es que de dos a tres enfermeros viniesen a preguntarle si deseaba algo, y lo que él más quería es que lo dejasen de ver, más específico, a sus ojos. Nadie en el mundo era digno de apreciar aquellos orbes azulejos.

Cerró los ojos cuando escuchó pasos acercarse. No quería exaltarse, no debía.

—M-mi-n-nie —un chico pelirrojo llamó al rubio desde una distancia prudente—. L-la c-cena y-ya s-será s-ser-vi-vida —habló a duras penas, su cuerpo moviéndose con nerviosismo.

El aludido rodó los ojos fastidiado por el tartamudeo constante del muchacho, pero no podía culparlo, después de todo, no era algo que pudiese controlar.

Se levantó del banco en un rápido movimiento y caminó hacia el comedor sin responderle a Hoseok. Posicionó sus manos dentro del uniforme que le asignaron ese día. Las miradas empezaron a situarse en su persona apenas entró al recinto, pero no las culpaba, él era consciente de lo extremadamente guapo que era, sin embargo no toleraba que lo miraran a los ojos, como ya lo había dicho antes, nadie era digno de hacerlo.

Siguió adentrándose al comedor con la mirada al frente y el rostro serio. Se sentó en el lugar de siempre: La mesa más alejada de allí y dónde el aire acondicionado no lograba alcanzarlo. Esperó con paciencia a que las enfermeras le trajeran su cena correspondiente.

A un lado del comedor, en una mesa no tan alejada, unos tres chicos miraban atentos a todo movimiento del rubio.

—Patético —comentó uno, al ver como el muchacho cerraba los ojos desde su posición—. Ni siquiera tiene unos ojos bonitos.

—Me da asco —agregó otro al ver como buscaba, seguramente, un tenedor con las manos sin abrir los ojos.

—Nunca entenderé porque le dan un mejor trato a él, es decir, no tiene nada de especial, es un desquiciado como cualquiera.

—Él es parte de la ala en donde están los enfermos de gravedad.- Comentó el mismo que habló primero.

—De seguro finge estar enfermo. Siempre dice que nadie es digno de ver sus ojos, quizás es esa la razón por la que actúa y se esconde aquí.

—No lo había pensado así...

—Es claro que lo es, pero... —una brillante idea cruzo su mente cuando vio que el rubio comía de la cena que una enfermera hace poco le sirvió—. ¿Por qué no hacer que empiece a sentir lo que realmente es estar enfermo?

—¿A-a qué te refieres Namjoon?

—Bueno... —jugueteó un poco con una pastilla entres sus dedos—. Sería un desperdicio si no usamos la pastilla que robamos del viejo Lee —observó con malicia la capsula y sonrió al imaginarse cómo reaccionaría el rubio narcisista al ser drogado con un fuerte medicamento.

Eyes ❧ One-ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora