What we thought was lost

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Respiro profundo, todo está en silencio. Mi corazón esta acelerado y no porque este corriendo con un balón en mis pies.

Miró al frente y veo al portero con los brazos extendidos a ambos lados de su cuerpo, es un orgullo llevar el color blanco y el escudo con franjas rojas con letras azules en donde decía: USA y Tres estrellas sobre este.

Dios—fue lo único en lo que pensé antes de patear.

La portero salta todo lo que puede, pero el balón roza su guante y entra.

—¡Gooool!—Grité con todas mis fuerzas, haciendo que todo el sonido volviera. Las personas emocionadas gritan, mis compañeras de equipo correr hacía mí y me abrazan.

—¡Lo hicimos!—Grito Alex Morgan muy feliz, después de escuchar el pitido final del árbitro.

Todas seguimos celebrando, estamos saltando, unas llorando. Gracias a Dios por un triunfo tan importante como ganar la copa mundial del fútbol femenino 2019.

Jamás olvidaré ese momento, pues no sólo había ganado una medalla sino que había quedado como la tercera goleadora en todo el mundial, siendo Megan Rapinoe y Alex Morgan; primero y segundo lugar.

—¡Te lo mereces!—Me dice Megan muy feliz, ella había ganado la Balón de oro.

Sonreí—Esto no hubiera sido posible sin ustedes—le dije sosteniendo mi Bota de oro.

Y tras aquello, nos habían recibido en Nueva York en un desfile de cinta en la ciudad. Cada jugadora recibió una clave para la ciudad del alcalde Bill de Blasio y en octubre el equipo fue honrado por el presidente Barack Obama en la Casa Blanca.

Nunca pensé que el seguir mis sueños y nunca rendirme me traerían tantas cosas maravillosas. Para el 27 de octubre, North Carolina Courage quedo campeón de la liga nacional de soccer femenino contra Chicago Red Stars; quedando 4-0. Ganando el premio a jugadora más valiosa al final.

Pero así como traían cosas buenas, mi pasado me persigue. ¿De qué sirven tener millones de premios? Miles aficionados, si no estaba cerca del hombre al que tanto quise un día.