Harry Potter y las historias de Hogwarts

One-shot: ¿Felicidad o tradición?

Resumen: Dos hombres enamorados que creen no poder decirse lo que sienten. Uno por viejas costumbres, el otro por simple disgusto hacia su persona. En un momento un poco inoportuno, se puede dar o no una oportunidad para sellar las cosas de una forma u otra.

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Lucius Malfoy, el patriarca de una importante familia de sangre pura y de un estatus muy considerable, con una bella esposa y un hijo que amaba, no se sentía completamente emocionado por lo que vendría dentro de nada. Y era nada más y nada menos que la llegaba de más «amigos» sangre pura que Narcissa había invitado para celebrar otro año más desde que se casaron. Pansy Parkinson y Blaise Zabini irían sólo para hacerle compañía a Draco, mientras que el patriarca no esperaría otra cosa que ver a Severus Snape, el único a quien podía considerar un amigo genuino. Estaba en su mansión, pero había estado encerrado en un cuarto, dándole sólo cinco minutos para hablar.

Sentado en un sillón de cuero, con los codos apoyados en las rodillas, miró la argolla en su dedo y la sujetó sutilmente para girarla un poco, como pensando en quitársela o algo así. La sala estaba en completo silencio, siendo el viento de afuera lo único que le daba cierta tranquilidad. Lo que más odiaba era recibir personas que para él eran completamente detestables. Ya bastante tenía con aguantarse a una mitad en el Ministerio. Pero debía causar una buena impresión o acabaría por perder el respeto de ellos, además de que luego debería enfrentarse a la ira de Narcissa.

Para celebrar un año más de varias décadas desde que se habían casado, Lucius habría preferido mil veces ir a algún país extranjero para vagar por ahí, llevando a Severus con la excusa de que necesitaba un niñero para Draco mientras él y su esposa hacían las suyas. Pero sólo su fuero interno sabía que lo que más deseaba era, luego de complacer a Narcissa para que después no anduviera haciendo preguntas, era poder salir una de esas noches con Severus para disfrutar un poco las ciudades y excusarse así de que lo hacía para que el moreno no se sintiera en obligación; pese a decirlo con burla y disfrutar la mirada irritada de Snape por sacarlo de la rutina, Lucius debía admitir que había mucha verdad en sus palabras.

En la adolescencia, su amistad con Severus le trajo ciertos problemas, ya que sus padres jamás iban a tolerar que su hijo estuviese con un mestizo. Daba igual lo inteligente o lo amable que podía ser con él, si no era sangre pura, no tenía el derecho de estar con uno que sí lo era. Aún así, ese fue lo que los Malfoy consideraron el primer acto de rebeldía de Lucius al amistarse con él, a pesar de todas las advertencias que Abraxas le había dado. De todas formas, su hijo fue astuto y logró darle motivos que, supuestamente, recaían en el interés y nada más. Claro que no era verdad, pero para alguien tan intolerante como Abraxas, esa era la única razón válida que podía dar su hijo como para seguir viendo a Severus.

Cuando se casó con Narcissa, lo único que quiso como despedida de soltero fue una noche en el bar con su amigo y fue así hasta que unas personas del Ministerio lo interceptaron y comenzaron a felicitarlo por su boda y, como quien no quiere la cosa, se sentaron en la misma mesa, ignorando a Severus o echándole miradas de reojo cada tanto y preguntándole en voz baja al rubio por qué estaba con «un mestizo que encima tenía nariz de pájaro». Apenas lo escuchó, Severus se puso de pie, furioso, y se despidió secamente de Lucius para después salir del lugar, ignorando sus llamados.

Aún así, Severus demostró de ser un hombre de palabra y asistió a la boda la siguiente semana. Afortunadamente, pasó más desapercibido y todo fue muy normal. Pero sólo quienes de verdad lo conocían podían asegurar que la sonrisa que el patriarca tenía ese día no era para nada genuina. De hecho, parecía emocionado por que acabara la ceremonia para pasar directamente a la fiesta y luego poder irse.