Qué elegancia

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Hoy sería un día demasiado ocupado, asistiría con Manolo a muchas reuniones y por la tarde tenía mi cita con Rodolfo.

Por suerte estuve lista antes de que Pedro pasara por mí y cuando lo hizo se comportó muy extraño.

-¿Está todo bien?- lo miré mientras bajábamos al estacionamiento

-Si- su respuesta fue muy cortante, por lo que no dije más nada

Manolo en cambio me saludó con una gran sonrisa y durante el camino a nuestro primer destino se la pasó dándome datos básicos de las personas a las que visitaríamos y me pidió que me refiriera a él como Manolo y no como señor Leone.

Me resultó extraño que Óscar no viniera con nosotros y cuando pregunté por él, pude notar el disgusto en el rostro de Pedro y la sorpresa en el de Manolo.

-Me alegra saber que te interesas por él- Manolo sonrío

-Si bueno, es que la mayoría de las veces él es tu acompañante- estaba bebiendo un yogurt para controlar los rugidos de mi estómago

-Ahora lo serás tú- ambos sonreímos y de nuevo vi el disgusto de Pedro

Por suerte hubo con quienes nos reunimos para desayunar y comer por lo que no hubo ninguna mal pasada.

Y aún mejor, a las cinco treinta ya estaba en el departamento y como aun tenía dos horas antes de mi cita con Rodolfo decidí ir al gimnasio.

En la entrada me encontré con mi chico, al parecer venía de su práctica.

-Hola guapo- lo abracé

-Te ves preciosa- besó mi frente

-Y eso que no me has visto al final de la rutina- bromeé y reímos

-¿Estarás lista a tiempo?- me miró

-Claro que si- le di un piquito -¿estás bien?- se veía decaído

-Si, el entrenamiento estuvo pesado, es todo- me abrazó con fuerza -te veo en un rato- asentí -suerte- besó mi frente y se fue

Desde ayer Rodolfo se estaba comportando muy extraño e incluso tenía la certeza de que me estaba ocultando cosas así que estaba preparando mi interrogatorio para más tarde.

P.O.V. RODOLFO
Me sentía pésimo por mentirle, así que ayer me armé de valor para encarar a Óscar, tuve que apresurarme para alcanzarlo en recepción.

-Necesito hablar contigo- toqué su hombro

-¿Qué se te ofrece?- me miró de arriba abajo

-Ven- lo hice seguirme a la lavandería, que por suerte estaba sola -deberías de ser honesta con ella-

-¿Te refieres a qué con quién?- su tono sarcástico me sacaba canas verdes

-A ti, deberías de decirle toda la verdad de por qué está aquí- lo miré fijamente -lo sé todo- su rostro ensombreció

-¿Tú como..-

-Duilio me contó- lo interrumpí

-Sabía que no se quedaría callado- dijo molesto -ni se te ocurra contárselo a ella-
suspiró -antes de que digas algo más, te voy a dejar muy claro una cosa- bajó la voz -yo no estaba de acuerdo con esto y se lo dije a mi padre muchas veces, pero después de estos meses empiezo a considerar que es una buena idea-

-¿Buena idea?- ahora yo usé el sarcasmo

-Papá es otro, está más alegre y motivado y habla de ella como si se tratase de un ángel- bajó la mirada -cuando llegue el momento seré yo mismo quien le cuente todo, pero mientras tanto debo pedirte que guardes el secreto- se veía muy angustiado

Amor a manos llenasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora