Capítulo IX || Die Kreuz Schwester

88 5 0
                                    


GÁLICA


Gálica yacía acostada en su cama, recargando su espalda en la acolchada cabecera de la cama real. Cubierta por las cobijas y pieles en su camisón nupcial, la chica se había recogido la larga cabellera en una cola que caía por un lado de su cuello. En sus manos llevaba las hojas de estudio, todas las noches se esforzaba por leer los libros de su esposo. La lectura de Gálica era pedestre y lenta. "Y Enrico lo hacía parecer tan simple" pensó Gálica. Entonces escuchó un crujido, era la leña quemándose en la chimenea de la alcoba real, la reina entonces alzó la vista y de pronto se sintió como una desconocida en su propia alcoba. Aquella había sido la alcoba de ella y de Enrico cuando contrajo matrimonio y antes había sido la alcoba de sus padres. Su padre "Dors Kreuz" había sido un hombre estoico, un hombre sabio que, aunque no sabía leer ni escribir, era un hombre que entendía a la infinidad de la vida. Su padre había sido quien le había enseñado a Gálica a meditar y buscar ayuda de los ancestros. Era un hombre que sabía poesía, sabía de política y filosofía. Pero no por eso era un debilucho o un sabio como los grisvidentes de las rocas. Dors era un señor de la guerra también, había realizado los últimos pillajes y saqueos por todas las aldeas aledañas al mar de Jurgemungander antes de que las aldeas quedaran abandonadas y sus habitantes desaparecieran tratando de cruzar el mar de Jurgamungander.

     Gálica había heredado la mente de su padre, ávida de curiosidad y ambición. Y afortunadamente heredó de su madre la belleza, Ilyasbrida su madre, era una mujer hermosa de rostro acorazonado y ojos verdes como esmeraldas. De curvas generosas y de corazón amable. Ella había querido que Gálica se convirtiese en una princesa recatada como las nobles Romalias. Solo que Gálica nunca se vio como una de ellas. No podía serlo, era hija de Dors Kreuz después de todo, y desde que era niña entrenó junto a su hermano Karlo para dominar la espada de dos manos, aprendió de logística y administración para luchar en el campo de batalla, su cuerpo no había sido hecho para parir niños sino para luchar en la primera línea en el campo de batalla.

     Y con ese último pensamiento, Gálica sintió un frio en el vientre. "Nunca serás madre, a no ser que yo te de un hijo" Había recordado aquellas palabras Gálica. La reina se sobó el vientre. Había quedado preñada de Enrico unos meses después de su matrimonio, pero poco después había perdido al niño. Gálica miró por la ventana, y pudo ver como la nieve comenzaba a caer. Entonces escuchó que alguien tocó a su puerta.

     Dana entró corriendo, con sus pies descalzos, vistiendo nada más que su camisón y una capa de piel hecha de conejos blancos. La niña entonces se aventó a la cama de Gálica y reptó por debajo de las cobijas hacia la cabecera de la cama.

     —¿Puedo dormir contigo hoy? —Preguntó Dana. La niña hizo esos ojos de perrito a los que Gálica no podía decirle que no.

     —¿Qué ocurre? ¿Por qué quieres dormir aquí? —Le preguntó Gálica.

     —Por el fantasma que vive bajo mi cama. —Respondió Dana.

     —¿Fantasma que vive bajo tu cama? Dana, nena, no hay ningún fantasma debajo de tu cama.

     —Sí lo hay, es un fantasma de un hombre que le decapitaron y le cosieron una cabeza de cerdo en su lugar. —Respondió Dana.

     —No nena, ¿De dónde sacas esas cosas?

     —Ronan... él me dijo.

     —Pero por supuesto... —Respondió Gálica, Ronan siempre había sido muy bromista, incluso desde que eran niños, solía bromear mucho con Gálica y la reina suponía que tal vez porque Dana le recordaba a ella de joven, había comenzado a bromear con Dana Ronan. —No le hagas caso a Ronan. Solo está jugando contigo. —Respondió Gálica.

    —Está bien, pero ¿Aún puedo dormir contigo? —Preguntó la niña. Los ojos verdes de Dana brillaron con fuerza mientras hacía esa cara de perrito regañado. —Está bien, pero no hagas ruido que aún estoy trabajando. —Respondió Gálica. La niña asintió con la cabeza y se acurrucó junto a Gálica y se quedó dormida.

     "Sí, más o menos me acuerdo así" "En las noches de tormentas con relámpagos yo también me acurrucaba junto a mi madre, sin duda Dana se parece más a mamá. Dana es todo lo que mamá había querido en una hija, alguien con quien chismear, y cantar, con quien coser y con quien bailar."

     Gálica continuó leyendo por un par de horas más hasta que se quedó dormida. 

La Ultima ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora