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Las gotas de agua mojaban sin orden el cristal del ventanal. Empezaba así el primer día del resto de sus vidas.

Cómo todas las tardes, Jiwoo volvió a salir de su casa agarrando un paraguas rosa, cogiendo su chaqueta colgada y abrigándose con ella, desordenado un poco su cabello castaño mientras se miraba en el pequeño espejo antes de irse.

Detrás de sus pasos podía sentir la mirada de su madre a través del ventanal, observando como caminaba campante hasta perderla de vista. A pesar de que ella no sabía con exactitud a que paradero iba su hija. Sonrió porque la vio feliz, con esa refrescante sonrisa que hacia brillar sus hermosos dientes blanquecinos.

Adoraba ver la sonrisa de la niña que era su hija.

La lluvia tintineaba en cada caída, sus zapatos sonaban entre el contacto con el suelo lleno de charcos, la linda chica canturreaba alguna canción que estaba de moda. Le encantaba sentir el roce de las gotas de la lluvia con su cuerpo, sus mejillas o sus labios, era refrescante y a la vez calmado.

Utilizaba el paraguas como algún tubo de baile mientras caminaba hacia su destino, cruel destino que nunca se imaginó; le sucedería alguna vez.

Sólo esos eran los instantes de su vida en el que archivaba todo dentro su memoria para recordarlo con antelación después, curiosamente cuando se encontraba feliz llegaba la tristeza de repente. Y Ese tarde no sería la excepción.

Jiwoo sonrió cuando por fin llegó al puente de los reflejos, estaba tranquilo, pleno y sin mucha gente circulando por el lugar. Reposó sus brazos sobre la barandilla con dirección al lago, deteniendo su vista en un pez mediano de color naranja, sus escamas brillaban y sus ojos se veían azules intensos. Entre todos los del lago, ese era el más bonito y atrayente.

—Te tomaré una foto, mereces que tu belleza sea apreciada por los demás. —Le dijo al animal con un tono partícular en su voz, sacó el celular y el flash asustó al pobre animal que término sumergiéndose en las profundidades del mar nuevamente.

Lástima que la fotografía haya salido un poco borrosa.

—Aish, para la próxima debería sacar el flash. —Chasqueó la lengua formando un puchero. Jiwoo tenía algo en su figura que lo hacia brillar, esa chica relucía como una estrella. Como aquel pez que, entre los otros se veía diferente, única, si tan sólo alguien fuera capaz de hacérselo saber, si tan sólo alguien supiera valorar su lindo ser...

Su cabello comenzaba a delinerarse con tonos claros a pesar de ser oscuro, se debía gracias a la tenue luz del sol que ya casi se ocultaba. Tamborileaba sus dedos sobre la barandilla mientras seguía esperando a la mujer de sus miles de sueños perdidos.

Jiwoo no quería parecer nerviosa, pero en ese instante sí que lo estaba, más aún cuando no recibía ninguna llamada o mensaje por parte de la chica, por ello revisaba de rato en rato su celular a pesar de saber que no encontraría nada.

𝗱 𝗲 𝘀 𝘁 𝗶 𝗻 𝗼 | 𝗰𝗵𝘂𝘂𝘃𝗲𝘀 🎣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora