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Su sonrisa, su mirada, su voz; todo en el me vuelve loca.

—¿Me escuchas?

—¿Qué perdón?

Sonríe, y su mirada refleja diversión—Siempre tan despistada.

—No es gracioso—le digo, entre dientes—¿Qué dijiste?

—¿Que si quieres venir conmigo al cine?

—¿Bromeas cierto?

—Jamás—me dice sonriendo al mismo tiempo que niega con su cabeza.

—Lo siento, no puedo.

—Vamos Sunny—aquel apodo, hizo que mi mundo se detuviera por completo.

Hacia tanto tiempo, que no le escuchaba llamarme de esa forma, tan solo escucharlo, hacía que mi corazón se acelere.

—Ahí está otra vez, sea mirada.

Le miro, confundida—¿De qué hablas?

—Esa mirada, que haces cuando estás pensando. Es la misma que me...—El guardo silencio, sin terminar la oración.

—¿Qué?—Lo dije, para que terminara de hablar, pero solo me miro y sonrió.

—Vendrás conmigo, quieras o no.

—Pero, que pasara si...

—Sí, tu hermana se entera, no pasara nada—le miro, incrédula—eres, y fuiste mi mejor amiga—ahí está de nuevo, aquellas ganas horribles de romper a llorar y de gritarle; que no siento no la más mínima necesidad de ser su amiga.

—No creo, que sea lo correcto.

—Por favor, Sunny.

Ver sus ojos brillar y su mirada de súplica, hicieron que mi corazón se estrujara.

Cuanto quisiera ser, esa mujer con la que te vas a casar. Aquella mujer, que le diera muchos hijos, pero sobretodo, aquella mujer que estaría en las buenas y en las malas a su lado, compartiendo momentos maravillosos, momentos llenos de amor y caricia.

Quiero ser ella, esa que sostenga su mano y la bese cada vez que sea necesario, quiero envejecer a su lado. Vivir esa historia bonita de amor que se hace en mi cabeza y en la que ambos somos protagonista.

—Tu silencio, me dice que sí.

—¿Qué? ¡Espera!—Lo digo, intentando soltarme de su agarre y hacer todo el peso para no caminar.

Pero, a decir la verdad; no funciono, pues él es más fuerte y más grande que yo, así que, fue imposible.

—¿Sabes que puedo cargarte?

—No lo harías—miro a mi alrededor y noto, que muchas personas curiosas nos observan.

—Solo será una ida al cine, como en los viejos tiempos—ahí estaba esa sonrisa que me mata, esa misma sonrisa que derrite a cualquiera.

Suspire—está bien.

Sonríe muy feliz—no te arrepentirás.

—Eso espero—murmure.

Subimos a su auto y nos fuimos directo al cine, fuera del fuerte militar.

—¿Estás seguro que no, nos verán?

—No.

—Jimmy...

—No Summer, por favor, solo iremos al cine.

Suspiro, haciendo que me tranquilice un poco—Está bien, está bien, solo espero que ella nunca se entere.

Ambos llegamos—Bienvenida—miro al frente y veo, el cine, al que solíamos venir.

What we thought was lostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora