Volver a amar una vez más

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Llegó el sábado, día en el que había quedado con mis amigos para salir.

Me había ofrecido para recoger a Diana, llevarla a comer y de ahí encontrarnos con mis amigos.

La recogí, lucía hermosa, mi corazón volvió a palpitar su nombre y mi mente volvió a recordar el amor.

-Wow, estás hermosa Diana.

- Gracias Jake, tu te ves muy bien.

- Sube, vamos a comer, te llevaré a un buen restaurante.

De camino al lugar, cuya ruta había sido callada y sin palabras, solo llenas de miradas, su mirada encantadora, llenas de sonrisas, su sonrisa cautivadora. Pero por más que trataba de verla, llegaban a mi recuerdos de Jessie, lo cual me confundia y me hacía sentir mal.

Una vez llegados al restaurante Diana y yo comenzámos a hablar.

-¿Y que tal de chicas?

-Jajaja, no quiero hablar de ellas, quiero hablar de ti, quiero que seas tú la única chica en la que pueda pensar.

-Nunca dejas de ser tan tierno Jake.

- Cómo no ser así contigo si tu mereces todo en este mundo.

-Tampoco así, no exageres.

-No exagero, eres hermosa y tengo que admitirlo y en estos últimos días ha sido imposible dejar de pensar en ti.

No dijo nada, solo se quedó con sonrisa de enamorada. No sabía lo que estaba haciendo, amaba a Jessie y comenzaba a gustarme Diana, existía en mi aquella duda existencial. No quería ilusionar a Diana sabiendo que en cualquier momento podría volver con Jessie, pero conforme iba pasando la noche, Diana me gustaba mucho más.

Después de comer, fuimos a la discoteca, en donde efectivamente se encontraban Kate, Mónica, David y Javier. Me alegré al verlos pues tenía mucho tiempo sin hacerlo.

Bailamos y bebimos la mayor parte de la noche, pero Diana y yo no ingerimos tanto alcohol a diferencia de nuestros amigos quienes se hallaban perdidos en sí.

Me aproveché de la situación y llevé a Diana a un luhar apartado de las luces y la música. Ella admitió que le seguía gustando, cosa que ne dejó totalmente impactado, no sabía que decirle, si le decía que a mi no, me sentiría muy mal y si le decía que si, estaría jugando con ella, a no ser que decidiera dejar a Jessie. Pero me decidí y decirle que a mi también me seguía gustando. Nos acercámos, rozamos nuestros labios llenos del agua apasionada que conforma el beso, me sentí en las nubes al volver a besar esa boca que fue, es y será mía por siempre, no quería separarme de ella porque era un momento mágico en todo el sentido de la palabra. La tomé de la mano y caminamos hacía el centro del lugar, la música se puso de acuerdo con la ocasión, música suave y sutil, ideal para bailar pegado a Diana, nuestros ojos transmitian pasión y amor puro, al terminar la canción nos abrazamos, y nos volvímos a besar.

Nuestros amigos se habían ido antes, pues no estaban en condiciones si quiera de caminar.

Era tarde y tenía que llevar a Diana a su casa. Caminamos hacia la puerta, felices, sabíamos que la llama del amor que existió entre nosotros se volvió a encender.

Una vez en su casa, se despidió de mi con un beso, tan apasionado como los que habíamos tenido. Sentía que la quería junto a mi cada vez más pero la tenía que dejar ir.

Conduje y llegué a mi casa, mientras trataba de dormir, mi mente y mi corazón se dividieron en dos nombres, Jessie y Diana, con Diana, en cualquier caso, la única solución era hablar.

Cabalgaba yo hacía lo más profundo de mi mente y encontré el recuerdo de querer olvidar a Jessie, pero me parecía imposible.

Dentro de mi existía un dilema amoroso, pero tendría que ser lo suficientemente hombre y saber hacer frente a los problemas creados por mi.

Historias de un estúpido amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora