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La luz solar entraba por una parte de la inmensa habitación, que ahora pertenecía a Jun quien se había mudado un mes atrás, y a Seokmin.

El coreano tenía ya colocado el ajustado traje azul marino, que remarcaba sus músculos, y estaba dispuesto a dirigirse a su empresa. Sino fuera por Jun que se sentó sobre el regazo de Seokmin y devoraba con ganas la boca de su prometido.

Eran besos húmedos, Jun los marcaba mucho más haciendo el encuentro pasional. Sentía las manos del pelinegro acariciarle los muslos, provocándole jadeos en medio del beso.

Los sonidos que generaban sus bocas que se movían con elegancia podían escucharse por toda la habitación. En un intento Jun quiso retirar el flux de su prometido; acción que fue denegada por Seokmin quien de inmediato rompió el beso.

—No, Junie— negó tomando las manos del mencionado, reteniendolas—. Tengo que irme a trabajar.

—Bien, vete.

Jun se enojó y se bajó del regazo del coreano, acostándose en la cama, donde Seokmin seguía sentado observando las infantiles acciones, dándole la espalda.

—Junie, no te enojes— se volteó mirando cansado al pelirrojo—. No tardaré, solo iré por un momento.

Al escuchar lo último se volvió hacia Seokmin suplicante—. Entonces si no vas a tardar, mejor no vayas.

Al sentarse, la corta bata de seda lila que Jun tenía colocada, se deslizó dejándole expuesto el hombro izquierdo y una pequeña parte de su pecho. Ese simple movimiento lo colocó en desesperación, porque si con los muslos descubiertos ya estaba duro, aquello lo terminó de calentar. Pero lo que empeoraba la situación era la actitud tierna de Jun que le hacía perder el control.

No quería ir a la empresa, de eso estaba seguro. Quería quedarse todo el día en su gran casa con Jun, quitarle esa estorbosa bata porque sabía que Jun no tenía nada debajo y hacerle el amor todo el día.

No obstante no podía hacerlo.

—No quiero ir, te lo juro— afirmó acariciando el rostro de porcelana—. Me quiero quedar contigo pero no puedo. Ya falté 2 días a la empresa y apuesto a que tengo el trabajo amontonado. Revisare un par de documentos y para antes de las 3 ya estoy aquí.

Jun miró el reloj, 11:19 a.m, y entonces se conformó. No sería tan larga su espera a comparación de otros días cuando Seokmin se iba desde las 7 de la mañana y regresaba hasta las 9 de la noche.

—¿Lo prometes?— habló levantando el  dedo meñique.

Seokmin esbozó una sonrisa resplandeciente juntando su dedo meñique con el de Jun y posterior el pulgar—. Lo prometo.

Se despidieron con unos besos más hasta que Jun permaneció solo en la mansión.

[...]

Horas más tarde, presenció la llegada del automóvil de Seokmin desde la ventana de la sala.

—Llegó— anunció levantándose del sofá y caminando un par de pasos hasta la puerta.

No había tanta lejanía desde la sala a la puerta, perfectamente pudo permanecer en el sofá sin embargo quería acercarse a Seokmin y decirle cosas en privado.

El pelinegro entró en su mansión obteniendo en primer plano a su prometido; le sonrió y se acercó a él tomándolo suavemente de la cintura para unir sus labios lenta y profundamente.

No obstante después de tanta insistencia, Jun detuvo el beso agarrando el rostro de Seokmin y girandolo hacía la sala de estar para que se fijara en la visita.

El pelinegro se sorprendió y luego frunció el ceño. Estaba decidido en llegar a su casa y tener más de 3 rondas seguidas con el lindo chino de exquisitas piernas, no tener que atender a su hermano mayor, Jeonghan.

Suspiró pesadamente y luego le habló a Jun en el oído.

—Llevate a la niña de aquí— ordenó y Jun obedeció en un santiamén. No quería enfadar más a Seokmin.

El pelirrojo tomó a la niña de aproximadamente 6 años y la llevó directamente hacia el patio trasero de la mansión.

Se ubicaron en los camastros azules mirándose fijamente.

—Jisoo— dijo después de varios segundos de silencio. La pequeña asintió con una sonrisa brillante.

Jun no sabía que hacer, no es que fuera tan malo con los niños. Siempre tenía un tema de conversación, podía hablar con ellos de moda, maquillaje, noticias de la farándula pero esa vez era diferente.

Tomó su celular dispuesto a solucionar su problema e inmediatamente llamó a Seungkwan con la idea de que el menor tenía una solución siempre.

—Seungkwanie, necesito de tu ayuda— soltó en cuanto fue atendido.

—¿Qué sucede, hyung? ¿Quiere que le compre un nuevo pantalón? O ¿perdió un zapato y quiere que le compre un nuevo par?

—No, no nada de eso.

—¿Entonces...?

—Verás en este momento tengo a la sobrina pequeña de Seokmin conmigo.

—¿Minwoo? O ¿WonMin? O ¿Minmin?

—Ninguna de ellas. Es la hija de Jeonghan.

—Oh, ¿Jisoo?

—Si, exacto ella. Espera, ¿cómo la conoces?

Al otro lado de la línea, Seunkwang palidecio y se aseguró de cambiar de tema pronto—. ¿Qué? ¿Qué decía, hyung? ¿En qué le ayudo?

—No se como hablar con ella.

—Es fácil solo hablele sobre cosas infantiles o algo, no se.

—Si te llamaba era porque tu tienes una hija y debes saber perfectamente como tratar con niñas.

—Hyung, mi hija apenas tiene dos años y puede hablar, pero no tiene gran ciencia hablar con una niña.

—Bueno, es casi lo mismo— rodó los ojos aunque el coreano no pudiera verlo—. El problema es que la niña no habla coreano, solo Inglés.

—En ese caso, ya no puedo ayudarle hyung. Yo no se Inglés, lo que le recomiendo es que use un traductor y-...lo siento hyung tengo que colgar, hablamos luego.

Jun suspiró al ver la llamada terminada, y luego miró a la pequeña frente suyo. No tenía otro remedio más que seguir el consejo de Seunkwang.

━Business♡︎SeokHuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora