DESCONOCIDOS

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Odio madrugar, bueno sé que mucha gente es igual que yo, pero realmente lo detesto, no soy persona al menos hasta las once de la mañana, o cosa así. En verdad soy sociable, divertido y tengo muchos amigos, pero por la mañana soy una persona distinta.

Mi cara es seria, de mal humor, gruño a cualquiera que me pregunte cualquier cosa, me cuesta hablar y no puedo sonreír siquiera. Odio las mañanas de todas todas.

Siempre dejo el coche en un aparcamiento cerca de mi trabajo. Desistí de usar el transporte público por la insistencia de los usuarios a entablar conversación. Ahora, aunque tengo que pagar el alquiler de la plaza, no tengo que preocuparme de soportar a nadie.



Tras coger el maletín y trancar el coche salgo disparado hasta donde se encuentra el ascensor, cuando llego para pulsar el botón, también llega otro usuario. No sé para nada qué fue lo que sucedió, no lo entiendo ni nunca lo entenderé.

Nuestros ojos se encontraron, nos quedamos petrificados por un momento, sus ojos se desviaron hasta donde estaba el baño de caballeros y sin saber por qué le seguí hasta uno de los cubículos.

Me besa y abraza, su lengua degusta mi boca a placer, hace que mi lengua juegue con la suya, su ardiente abrazo me estrecha a su cuerpo, estoy perdiendo la cabeza por momentos. Voy vestido con traje al trabajo, me desabrocha la chaqueta y la cuelga de un gancho con cuidado después me quita la corbata y va desabotonando mi camisa.

Sus labios juegan con mis pezones, joder que bueno es, me los lame y mordisquea cuando me escucha gemir, sin dejar de lamer y acariciar mi cuerpo hace que algunos de sus dedos jueguen con mi lengua y la palma de su mano amortigua mis gemidos.

Roza su dureza con la mía, se separa para bajar mi pantalón y quitarlo del todo. Hace que me siente en la tapa de la taza del váter y me acomoda para introducir sus dedos y aflojarme lo suficiente, cuando siente que estoy bien, me sonríe y tras ponerse un condón empieza a entrar en mí, los dos gruñimos de satisfacción una vez está enterrado profundamente.

Muevo mis caderas y entiende que ya estoy preparado, me embiste una y otra vez, jadeo y gimo sintiendo su dureza golpeando mis entrañas, gimo y me abrazó a él. Sus ojos verdes me miran orgullosos, me abraza y besa mientras me levanta para sentarse él y hacer que yo le monte. Los dos aguantamos pocos minutos más y nos corremos jadeando de satisfacción.

Me besa, se arregla el traje, él también va vestido como yo a su trabajo y sale corriendo del baño. Me quedo durante unos minutos descansando. Me limpio y vuelvo a vestirme, el señor fue muy considerado, la ropa no está arrugada, una vez todo está como antes del encuentro salgo disparado al trabajo. Llegué quince minutos tarde.


- ¿Qué te ha pasado hoy? -Mi compañero de trabajo y puedo decir que mejor amigo, me mira preocupado mientras almorzamos. -Estas como algo ido.

-Sí te lo cuento. Me juras que no me juzgaras.

-De acuerdo, pero espero sea algo fuerte.

-Lo será.

Veo como su cara cambia, se pone hasta rojo mientras escucha lo que me pasó esa mañana. Se queda callado durante unos minutos asimilando la información, tampoco sabe si reír o qué hacer.

- ¿Pero no eras heterosexual?

-Sí, es mi primera vez con un hombre.

-Joder, ¿no eres muy viejo para investigar? Tienes cuarenta tacos.

-Lo sé, nunca me había sentido atraído por otro hombre.

- ¿Cómo es?

-Alto, de uno ochenta o así, pelo castaño claro, ojos verdes, más o menos de mi edad. La verdad que no hablamos ni una palabra.

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