Capitulo 28

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William

- ¿Annie? -

William esperaba encontrarse a su esposa en la sala de su casa, pero no hay absolutamente nadie más que la pañalera rosa de Paris que hace contraste con el frío ambiente. William frunció él ceño y toco suavemente la manta rosa de su bebé. Se supone que dejó a su hija a cargo de Annie, solo fueron dos horas mientras que se encargaba de un par de jueces que retrasaban su trabajo, y eso no puede ser, él puede ser él mejor abogado de Londres y también él mejor papá.

- ¡Annie! - volvió a preguntar cada vez más subiendo su tono de voz. Quizá salió con la bebé. A su esposa le gustaba salir a pasear a James por el amplio jardín, siempre dijo que a los bebés les servía ver el mundo, pero él jardín está sólo y la casa está vacía - Es enserio Annie. ¿Donde estás? Tengo que regresar a Paris con su madre aunque no te guste la idea -

William miró a todos lados, buscó por la amplia cocina porque su esposa podría estar preparando un biberón, miró por los grandes ventanales hacía el jardín, paso por su despacho, por la biblioteca, por cada rincón del primer piso, pero todo está en silencio. Se pasó las manos por el cabello y dejó caer su saco sobre él sillón. Sabía que no debía dejar que Annie se encariñara con Paris, porqué querría quedarse con ella y esa bebé no es suya.

La respuesta que le dio a Annie no fue verdad, tenía a su hija en brazos, era seguirle la corriente o dejar que se volviera loca con su pequeña hija. Pero Florencia y él hicieron un trato y jamás podría romperlo. Puede que le haya gustado más tener a Paris junto con Annie, pero esa bebé es de la perfumista y aunque le cueste decirlo y sienta un ardor en la garganta de coraje, también lo es de esa chica llamada Amelie, claro que jamás se lo dirá, pero esta totalmente agradecido con ella porqué cuida de su hija como si fuera suya.

Así que cuando Paris crezca no tendrá que avergonzarse jamás de tener dos mamás y un papá, de todos modos William vive en Londres y ahí hay familias de miles de formas y lo único que quiere es que Paris sea feliz, y si ella lo es con sus dos mamás en ese viejo ático de París, entonces jamás la alejará de ellas.

Hay algo en el ambiente de la casa que a William le trae muy malos recuerdos, no solamente el frío y él silencio, sino la ligera corriente de agua que baja delicadamente por las escaleras y choca contra sus zapatos. Jamás le ha gustado revivir malos momentos, porque es volver a vivirlos, pero esa misma agua estaba cuando su hijo James murió. Miró de reojo la piscina, lleva años sin usar, ahora detesta esa piscina con toda su alma, pero ese mismo odio lo impulsó a subir las escaleras rápidamente.

Siguió con cautela él rastro de agua, jamás a sentido miedo, pero ahora lo tiene, esa misma sensación en el pecho, porqué revive lo que pasó hace años cuando caminaba hacía la piscina y miraba el cuerpo de su hijo boca abajo. Abrió la puerta de su habitación y la vio, a Annie sentada frente a su tocador cepillando su largo cabello rubio.

- Te estaba llamado Annie, no se porqué no contestabas, pero necesitó regresar a la bebé a París y él avión me esta esperando - caminó por toda la habitación buscando indicios de su hija- ¿Dónde está la bebé, Annie? -

Pero Annie no deja de cepillarse el cabello, esta fuera de sí, como sino lo escuchará ida en sus propios pensamientos, ella siempre se pone de esa manera cuando toma sus medicamentos. William buscó a sus bebé por la cama, por el vestidor, debajo de las sábanas y no está por ningún lugar, sólo su pequeña ropa está tirada por el piso. Tomó la ropa con furia, quisiera abofetear a Annie y hacerle regresar a éste mundo, pero jamás le diría dónde está su bebé.

La Perfumista De París [Saga Las Perfumistas Parte 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora