chapter four

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Decir que para Natalia fue fácil poder, por fin, vivir como se sentía, era la mentira más grande del siglo. A pesar de tener todo el apoyo constante de su madre y el de sus amigas, aún así cuando comenzó a ir a clases con la ropa que la hacía sentir cómoda, cuando abandonó el equipo de fútbol y se unió al de danza, cuando dejó crecer su cabello, recibía alguna que otra mirada que la hacía sentir incómoda.

Y qué decir de lo que le tocaba vivir en casa. Su padre no le hablaba a menos que fuese estrictamente necesario, o que su esposa lo obligase, pero aún así, ella sentía que valía la pena. Para Mikel Lacunza su hija prácticamente no existía. Volcó todo su interés en Santiago, el pequeño de casi 5 años, al meterlo a la escuela de fútbol, asistiendo a todas su prácticas, cosa que jamás hizo con Natalia. Y Elena, la bebé de la casa, recibía todo el resto de la atención.

Aunque sí, es verdad que cuando cumplió los 13 años, se replanteó si valía la pena pasar por esas situaciones incómodas. Cuando su voz no cambió como el resto de los niños, y su pecho comenzó a desarrollarse casi completamente, confirmó que había tomado la decisión correcta. Ella era una chica, y siempre lo ha sido. Quizás se tomó un poco más de tiempo en darse cuenta, pero ahora sí que vivía feliz y eso era todo lo que importaba.

Pero sobre todo tener a Alba a su lado, poniéndose en frente de ella cuando alguien se atrevía a mirarle mal o abría la boca para soltarle alguna palabra discriminatoria, a pesar de que Natalia le sacaba prácticamente una cabeza más de altura, fue una de las principales razones por la cual Natalia no le pidió a su madre que la cambiase de colegio para empezar de cero. No se veía capaz de no ver a su mejor amiga todos los días.

Y el cumpleaños número 16 de Natalia empezó con una de las situaciones más incómodas que le ha tocado vivir hasta la fecha.

Había comenzado bien, su madre y sus hermanos le habían despertado cantándole con una pequeña tarta de chocolate que Maria había preparado la noche anterior, y uno que otro regalo. Entre ellos un cejillo para su guitarra, una sudadera negra y unas zapatillas nuevas. Abrazó a sus hermanos luego de apagar la pequeña vela, y cuando su madre le dijo que también estaba listo el desayuno le dijo que bajaría luego de darse una ducha para despertar.

Lo que no esperaba era ver a su padre abajo en la cocina esperándole. Se sorprendió al ver a Mikel mirándole por mas de treinta segundos seguidos. Natalia dudó en si acercarse a decirle buenos días, cosa que no recuerda haber hecho por años, por lo que solo le ignoró y comenzó a prepararse su desayuno.

Pero casi bota la caja de cereal al escuchar a su padre hablar.

"Te he agendado una hora al médico para ver la posibilidad de que te saques las... los pechos, y que empieces a inyectarte testosterona." Le dijo, como si se tratase de lo más cotidiano del mundo. Pero su pequeño discurso no se acabó ahí. "Y también para que te hagas unas pruebas de fertilidad, no vaya a ser que dejes embarazada a una chica por ahí."

Le quería contestar muchas cosas, entre ellas, que ni siquiera sabía su orientación sexual aún. Quería gritarle que qué le hacía pensar que se sometería a alguna operación así, que por qué no la dejaba vivir tan tranquilamente como lo estaba hace diez minutos, feliz, rodeada de su familia. A pesar de que a su hermano Santi, como pasaba tanto tiempo con su padre y éste le metía sus ideas en la cabeza con tan solo 9 años, a veces le costaba aceptar como ella quería vivir su vida, aún así se sentía completamente plena.

Un sentimiento completamente distante a este que la invadía mientras su padre la miraba, esperando su respuesta. Por lo que Natalia, a pesar de estar dándole la espalda a Mikel, dejó el cuenco que había llenado de leche con las manos temblorosas en la encimera de la cocina, y salió corriendo. Iba en calcetines, por lo que se resbaló un poco antes de lograr llegar a la puerta de la casa donde se puso las primeras zapatillas que encontró y salió. Sin coger su móvil, ni llaves, ni nada, y corrió y corrió, a pesar de que cuando abrió la puerta pudo escuchar como su padre comenzaba a discutir con su madre una vez más, y los llantos de la pequeña Elenita al ver lo que acontecía en la cocina, Natalia se escapó.

Remember everything will be alright || (Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora