Las noticias nunca eran buenas cuando llegaban en sobres de papel madera, al menos no en una noche de verano a las tres de la mañana mientras cubría un turno que ni siquiera era suyo y mucho menos cuando se trataba del detective más odiado de la ciudad.
Aún si sabía que no podía cambiar lo que estaba pasando al enloquecer, las manos de Woojin temblaban. Youngmin fue quien entregó el sobre, con cautela, sin si quiera abrir la boca. Hablar sería un error, no importaba lo que fuera o no a decir. El llanto de los perros fuera del despacho llenaba el silencio que ambos dejaron: el silencio de saber que la pesadilla estaba por comenzar.
Luego de siete “tranquilos” años de carrera –o mejor dicho, luego de siete años de tener todo bajo control- su momento había llegado.
Antes de que Woojin abriera el sobre, Bae Jinyoung cayó en el despacho como si acabara de correr una maratón. El sudor en su rostro y en su cuello, la palidez de sus mejillas y las cansadas bolsas negras bajo sus ojos que parecían haberse profundizado de repente. El terror que se pintó en su mirada al ver el maldito, tan mencionado, sobre.
¿Cómo sabían que estaría allí para recibir la carta? La pregunta llegó a la mente de nuestro protagonista. La simple idea de que todos, absolutamente cada uno sus movimientos de esa tarde habían sido guiados por una persona en específico, lograba que el terror se hiciera cada vez más pesado sobre su espalda. ¿Cómo sabían que, no solo él pero Jinyoung y Youngmin estarían para acompañarlo?
Antes de que Jinyoung hablara, Woojin alzó su palma para detenerlo.
“Tiene un título, más no un remitente. Aunque, bueno… tampoco es que esperara uno.” La voz de Woojin, el acento en su tono, parecía más calmado de lo que en verdad estaba. “Esto es… es difícil, ni siquiera quiero ver bien qué es lo que dice el título.”
Finalmente, los aullidos cesaron.
“Park, ¿Cuándo fue la última vez que llamaste a casa el día de hoy?”
“No, no hables ahora.” La tensión podía cortarse con una navaja. Antes de siquiera ver bien lo que decía el exterior del sobre, Woojin decidió que sería mejor tomar asiento. Y así lo hizo, siendo acompañado por los otros dos hombres. “Mierda, me tiemblan demasiado las manos.”
Cinco palabras, tres números separados por un punto. La sangre caliente que subió a su rostro, los nudillos blancos provocados por la fuerza con la cual sujetó el papel. Podía sentir lo que había dentro del sobre, del asqueroso sobre. Un total de tres fotos, muchas más de las que recibían usualmente en casos de ese índole.
No era una casualidad que los tres estuvieran allí. En el mundo que manejaban, todo era una causalidad.
“Es un secuestro. Buenísimo.” Woojin estaba a punto de llorar. O gritar. Tal vez ambos.
Youngmin tomó aire antes de preguntar. “Es el secuestro de…”
“Es el secuestro de mi puto prometido.” Woojin rió un poco, aún no se atrevía a mirar del todo las fotos. “Literalmente escribieron una parte de su última canción. Take a shot for me.”
No era necesario que alguien llenara el silencio, los ladridos no tardaron en volver a hacerse escuchar.
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360 - 2park
RandomLuego de siete años, el caso más importante de su carrera. Son las tres de la mañana cuando las noticias de la desaparición del cantante Park Jihoon llegan a la policía de Busan, en un sobre de papel madera que le entregan a su prometido: el detecti...