Gray estaba en su cuarto desempaquetando algunas cajas de la mudanza. Había decidido proponerle a Juvia, ahora que estaban juntos, que se fuera a vivir a su casa y ella había aceptado sin dudar ni una fracción de segundo.
Eso era algo muy esperable por su parte, pero lo que sí sorprendió a Gray fue el hecho de que tuviera tantas pertenencias. Eran muy numerosas las cajas llenas de cosas de Juvia que ya estaban dentro de la casa y todavía faltaban algunas.
La chica entró con dos más en la habitación y él, al ver que se le iban a caer, las sujetó antes de que tocaran el suelo. Juvia se rio avergonzada.
–Estas son las últimas –comentó la chica con su característica alegría.
Gray resopló cuando la vio saliendo de la habitación. Realmente había muchas cosas por colocar.
Su vista se fue enseguida hacia una caja en la que ponía «Gray-sama». Le dio mucha curiosidad, así que decidió abrirla. Pero lo que encontró allí lo dejó anonadado. Dentro había una cantidad desorbitada de figuras y peluches con su cara. El chico sacudió la cabeza. No entendía para qué quería esos muñecos si ahora tenía al Gray auténtico a su lado. Ya hablaría con ella para, al menos, guardarlos en el trastero, aunque sabía que no sería una tarea fácil, pues supuso que les tendría mucho cariño.
Dejó aquella caja a un lado y abrió la siguiente, en la que había una etiqueta que decía «ropa de Juvia». Bien, eso era algo normal. Empezó a sacar vestidos, gorros y pares de botas.
La mayoría de los conjuntos eran iguales; el vestido azul marino con bordes blancos y el lazo verde del cuello, el modelo que solía usar en los últimos tiempos. Pero vio que allí la chica guardaba otros modelos más antiguos, incluso el negro que había llevado al principio de los Grandes Juegos Mágicos. Sonrió al recordarlo. En esa época no le prestaba demasiado atención a Juvia, a pesar de que ella estaba siempre detrás de él, pero se acordaba de que, cuando la vio con la nueva vestimenta y el pelo ondulado cayendo sobre su espalda, pensó que se veía realmente preciosa.
Los colocó todos en el armario cuidadosamente, incluso había comprado uno más grande para que la maga de agua acomodase allí su ropa. Pero, cuando iba a cerrar la caja para seguir con la siguiente, observó que todavía había allí un vestido. Se agachó para sacarlo. También era azul, pero más simple, y tenía algunas rasgaduras, aunque muy leves.
–Juvia, ¿puedes venir un momento? –gritó ligeramente para que lo escuchara desde la habitación en donde se encontrara.
La joven apareció al instante, siempre con la sonrisa pegada a su gesto.
–¿Sí, Gray-sama?
–¿Y este vestido? Está un poco viejo y estropeado. ¿Por qué no lo tiras? –le preguntó Gray mientras examinaba la tela.
–¡No! ¡Juvia jamás se deshará de ese vestido! –respondió ella con indignación.
–¿Por qué? Si tienes muchos más y este ya no te lo vas a poner de nuevo –refutó, como si fuera la obviedad más grande del mundo.
Gray se quedó mirando a Juvia y vio a la chica agachándose para ponerse al lado de él. Comenzó a acariciar la tela con nostalgia.
ESTÁS LEYENDO
Tras tus huellas
FanfictionRepentinamente, Juvia desaparece. Gray irá a buscarla siguiendo las pistas que alguien le va dejando para que la encuentre. En el camino, descubrirá aspectos del pasado de Juvia que no conocía y de sus propios sentimientos. Sin ella a su lado, la os...