INTRO

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Un doce de febrero nací. Era la guagua mas linda de toda la sala de bebés.

Un cabro chico de ojitos grandes y pestañas largas que enamoraba a cualquiera, según mi familia.

Tenía un año cuando nació mi hermana chica. La Gissele. Ella era fea, la guagua más fea de la sala de bebés.

O eso decía yo, de envidioso...

No tengo ningún recuerdo bueno de mi infancia que no haya sido con ella a mi lado.

Mi primera palabra fue pan. Porque era más hambriento que la chucha. La segunda fue mamá y la tercera papá... pero en algún lugar de mis primeras palabras está Gissele, estoy seguro.

La cabra chica llorona siempre fue lo más importante que tengo. De chico sentí ese deber de protegerla, cuidarla, nunca dejarla sola. Me gusta pensar que mi mente se adelantaba a lo que pasaría.

Tenía siete años cuando un hice una tarjeta fea con un corazón de papel crepé por el dia de la mamá, la cual nunca pude entregar. Porque llegué a la casa para entregársela y ella no estaba.

Mi papá me la recibió. Me dijo que pronto volvería mamá.

No. No volvió.

Nuestra infancia se convirtió en tardes en la casa de la vecina esperando a que llegara papá. Llantos preguntando cuándo volvería mamá.

Poco a poco nos acostumbramos al hecho de que no llegaría.

De chicos aprendimos a cuidarnos entre los dos. Nos cambiamos de casa, ya no nos cuidaba la vecina, nos cuidábamos entre nosotros. Cada vez que nos pasaba algo malo nos repetíamos que juntos lo enfrentaríamos, los dos contra el mundo.

Esa frase se convirtió en un lema.

El fútbol fue otro pilar en mi vida. De cabro chico jugaba en las panteras. Poco a poco subí de categoría hasta llegar a ser el capitán. Jugábamos varios torneos, todos los veranos, ganando medallas rascas y copas falsas. Pero significativas.

No recuerdo mi primer partido contra los cóndores. Debió ser hace mucho. Pero, recuerdo claramente un partido en el que llevaba la pelota pa' meter un gol y ganar... cuando el capitán de los cóndores me gritó "guacho", me desconcentré, perdimos.

Y la palabra nunca más salió de mi mente

— ¿Soy guacho? —pregunté a mi papá en el auto.

No supo responder.

Su silencio otorgó la respuesta. Era guacho. Como la mayoría de mis calcetas.

Y bueno, ¿Que importaba?

No iba a dejar que eso me definiera.

Le iba a demostrar a ese cabro chico que un guacho era mejor que él.

La rivalidad contra ese equipo se construyó desde ese día.

Quería ser futbolista. Quería salir en la tele, ganar plata. Vivir en Europa. Tener dos perros que salieran en comerciales. Tener una canción...

El niño maravilla que brilla...

Quería probarme a mi mismo que podía. Que ninguna palabra me podría definir, que no importaba que no tuviera mamá.

"Guacho."

Guacho con orgullo.

— No podís poner una referencia a la canción de Alexis Sanchez en tu carta. —mi amigo interrumpió su lectura. — Es muy informal. Estaba a punto de soltar la lágrima y me haces reir con eso.

— Es la idea. —respondí y le di una calada al cigarro. — Una pizca de alegría necesaria.

El ruliento sacudió la cabeza.

— Igual ya la mandé. —me sinceré. — No la puedo cambiar. Quería que me dijeras tu opinión nomás.

— Le falta un párrafo dedicado a tu mejor amigo.

— Está a la vuelta. —indiqué volteando la hoja. — Escribí más que la cresta.

El se detuvo un momento a leer lo de atrás.

El director de un club de ligas mayores me contactó. Entre sus requisitos estaba escribir una carta sobre mi, sobre lo más importante.

Tuve que editarla muchas veces. En el primer borrador habían cuatro párrafos dedicados a los doritos de queso y lo ricos que son si les echas limón.

Soy un poco disperso.

— Oye, tanto que escribiste sobre la Gissele... —habló mi mejor amigo. — ¿Ya le contaste?

Negué rotundamente.

— Si me aceptan tendré que irme de acá. La voy a dejar sola. —aplasté la colilla del cigarro en el cenicero. — Tengo que hacerme el valor para contárselo.

— ¿Y cuándo te vai a hacer el valor? La cabra chica se va a enojar si se lo cuentas a última hora

— Tiempo al tiempo, Luciano.

Puta que fui aweonao. Tenía que haberle contado altiro y no haber pasado por un montón de weás.

Ay, Max por la cresta.

Aclaro: los hechos de esta historia no son en paralelo con te debo una. Habrán flashbacks que explicarán algunas cosas que pasaron ahí, sí, pero el espacio-tiempo será diferente. Por ende, habrán personajes nuevos.

n/a:
Holahola, meses sin escribir. Probablemente nadie pidió esta explicación, pero últimamente he estado inestable mentalmente, me cuesta ene despejarme y escribir es una de las mejores maneras en las que puedo hacerlo. Había decidido alejarme de esta app porque planeaba un futuro completamente diferente para mi hace 9 meses. Así que, decidí volver a escribir.
Quise volver con esta novela de un personaje que amo. Espero que les guste, aunque probablemente mi inseguridad me haga borrarla a los cuatro capítulos ñsksñ.

Max por la crestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora