🚾Capítulo único🚾

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¿Quién ha dicho que tener sexo en un cubículo no es placentero?

Quien haya sido, se equivocaba, o al menos así pensaba Changkyun , pues se encontraba siendo embestido de manera brutal dentro de uno.
Y no mentiría al decir, que era jodidamente excitante, mucho más que placentero.

Las pequeñas barras que fueron diseñadas como soporte de aquella puerta de metal que ocultaba su acto en ese reducido espacioprimidas en sus manos, pues fue el primer lugar en que encontró agarre para no caer; sus piernas perdían fuerza, sus caderas se movían hacia atrás, empujándose contra el miembro que profanaba su entrada.

Bruscas y rápidas embestidas, así las describía, eran verdaderamente rudas las arremetidas que sin pudor alguno sacudían todo su cuerpo; el pene en su culo era grande, muy diferente a los otros, grueso y largo, perfectamente amoldado a su ano; apretaba cuando salía de su entrada y soltaba cuando estaba dentro, sintiéndose completo.

Las manos que lo sostenían, estaban hechas de brazas, quemaban donde tocaban y aquellas partes rozadas, ardían. Su anatomía poco a poco se convertía en un infierno, uno donde las llamas no se extinguían y las quemaduras dejaban marcas imborrables. Un sensación única y privilegiada de la que él estaba disfrutando como nunca antes.

El seguro del cubículo sonaba cada vez que su profanador empujaba hacia adelante, cada impulso tomado era una pequeña cadena creada, primero pasaba por su cuerpo y debido a sus manos apoyadas en la puerta, el pasador pegaba con el agujero cubierto de aluminio en que se introducía para cerrar el espacio, creando un sonido inconfundible. Todo aquel que entrara a esa área, descubriría rápidamente lo que allí acontecía, y no es que le importara, ser descubierto sería excitante y emocionante a la vez.

Su boca se abría con cada estocada, sus pequeños y tímidos jadeos fueron remplazados por gemidos, y sus gemidos por gritos, en el momento en que la hombría contraria tocó el punto que hacía que su vista se nublara y sus sentidos se alertaran, mandando millones de corrientes en su cuerpo y acelerando su corazón en un sólo movimiento.

El pre-semen chorreaba de su glande y su amante no desaprovechó la oportunidad para masturbarle, aumentando el calor en su cuerpo y acelerando las embestidas al ritmo que su mano realizaba al pene desatendido y necesitado del rubio.

Estaba encantado con su acompañante, llegando hasta el grado de rogarle a todos los dioses existentes que ese momento nunca terminara y le permitieran seguir embriagándose con aquella fuerte fragancia masculina, al igual que del increíble amigo superdotado que portaba entre sus piernas, ese que lo tenía satisfecho y más que abierto. Lastima que no creía en Dios, pues ese intenso cosquilleo en su bajo vientre era el anuncio del final, uno que deseaba y al mismo tiempo repudiaba, pero el placer era placer y él estaba más que complacido.

Unas cuantas embestidas más en su punto, y finalmente llegó el mejor orgasmo de su vida, manchando la abertura cerrada del espacio y gimiendo desde el fondo de su garganta, fuerte y claro, mientras su amante jadeaba en su oído.

Aún cuando estaba cansado y pensaba que sus extremidades no aguantarían más, sintió los brazos del contrario tomarle la cintura. Sentándose en el retrete, lo mantuvo sobre sus muslos, alineó su virilidad en la entrada de sus mejillas y volvió a penetrar.

Changkyun estaba recuperándose del primer orgasmo y de nueva cuenta, estaba duro.

No desaprovechó la posición, atacó sin piedad los gruesos belfos de su acompañante, algo que anteriormente no podía hacer. Mordió, succionó y lamió cuanto quiso, bajando por el cuello del castaño y dejando marcas a su paso.

Los jadeos contrarios quedaban atrapados entre sus labios, su trasero golpeando en las cálidas pelotas y sus fuertes gemidos resonando en el espacio.

Sex in the cubicle [Jookyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora