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–P-pablo... –Dijo Tasha en su tono de voz normal, aunque temblaba un poco y se podía notar ligeramente.– No conocía ese lado tuyo.

–Yo tampoco... no sé qué me pasó anoche.

–Eh... Pablo... –Agregó el canguro. Estaba muy incómodo como para ver a los otros, así que solo le dirigió la mirada a su plato de cereal.– ¿Tyrone va a volver?

–¿Ah? pues... No lo sé. Pero empiezo a extrañarlo, no debí haberlo echado sabiendo que no tiene a donde más ir... –Entre más hablaba este, más triste se escuchaba, hasta el punto de dejar caer una que otra lágrima. Quedó en silencio, y la chica a lado suyo se acercó y colocó una mano en su hombro para tratar de tranquilizarlo.

De un segundo a otro, su rostro había cambiado y se notaba realmente enojado. En menos de dos segundos ya había tirado todos los trastes que estaban sobre la mesa, sin importarle si estaban vacíos o no, ni si se llegarían a romper en la caída.

–¡PABLO! –Gritaron los otros dos al mismo tiempo.– ¿Qué mierda te pasa? –Agregó el canguro, mientras tallaba su ropa con un brazo después de que la leche en el plato de su amigo haya salpicado en él.

–¿Saben qué? Que se joda, que no vuelva nunca y se pudra. Desde que llegó no ha hecho nada más que causar problemas. Me voy de aquí, si viene ya saben qué decirle.

Subió al segundo piso para llegar a su habitación y azotó la puerta de la misma.

–Pablo... –Murmuró Tasha, preocupada por el chico.– ¿Crees que deberíamos dejarlo solo?

–S-sí, hay que darle espacio.

•  •  •

El canguro y la hipopótama se habían encargado de limpiar todo el desastre que causó el pingüino, tardaron un buen rato lavando el piso y recogiendo los pedazos de platos y vasos rotos, pero por fin lograron acabar la labor.

–Él nunca se comporta así... –Comentó el chico, justo después de tirar la bolsa de basura que contenía los restos de los trastes.

–Supongo que tenía mucha ira acumulada, pero ya se controlará.

Ya todo el comedor estaba como antes, ya no había nada que limpiar o recoger. Con Pablo estando dormido en su cuarto, el morado no pensaba en que más hacer, no era muy bueno socializando y se negaba a tratar de hacerlo
con la chica.

–Bueno, me voy a mi casa. –Agregó.– Terminé lo que tenía que hacer.

–No es necesario que te vayas. –La otra tomó sus manos y las juntó con las suyas, obligándolo a mirarse a los ojos mutuamente.

Después de unos segundos de silencio, se escuchó tocar la puerta principal desde afuera. Tasha corrió hacia allí para abrirla, y tal como ella imaginaba, se trataba del alce.

–¡Tyrone, llegaste! –Exclamó mientras el canguro se escondía detrás de ella.

–¿Todavía sigues aquí? –Dijo cuando lo vio, pero rápidamente lo ignoró.– ¿Cómo está Pablo? ¿No hizo algo estúpido esta vez?

–Oh, sí, respecto a eso... Dijo que no quería que vol--

–¡Tyrone! –Gritó el pequeño mientras bajaba las escaleras corriendo. Cuando llegó a él lo abrazó con todas sus fuerzas.– Pensé que no volverías...

–¿Qué te pasa? ¿No estabas enojado conmigo?

–Es cierto... –Se separó de él y le dio la espalda.– Entonces no vuelvas hasta que pienses en disculparte.

relación caótica • TyronexPabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora